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¿Arruinar el partido del Raimon? ¿O arriesgarme a perder a Tezcat para siempre? No podía fallarles a todos esos chicos que confiaban en mí, pero la persona más importante para mí podía desaparecer de mi vida. Dudas, dudas y más dudas daban vueltas por mi cabeza.

Apoyé todo mi cuerpo contra las paredes metálicas que componían los largos y ámplios pasillos del estadio. Noté su temperatura fría rozar mis brazos descubiertos.

El segundo tiempo iba a comenzar, y el Raimon iba a enfrentarse finalmente al tan famoso Dragon Link. El Sector V estaba a nada de hacerse trizas, algo de lo que tendría que alegrarme sin duda, y que hasta hacía pocos minutos, deseaba con todas mis fuerzas.

¿Por qué todo era siempre tan complicado y retorcido? Me encontraba justo en el centro de la balanza, no sabía en cual de los dos bandos estaba. Quería derrotar Cinquedea, pero eso hacía que se llevara de forma directa a Tezcat con él.

Pero se lo había jurado. Y lo recordaba como su hubiera sido esa mañana misma.

Bajo las nubes plateadas del cielo, que amenazaban con echarse encima nuestra en cualquier momento, dentro de la caja de previsiones de un barco en el puerto del Santuario, con su mirada suplicante posada en la mía, y los nervios a flor de piel. Sí, se lo prometí ese día, y me pidió que mantuviera mi palabra hasta en final.

Lo hecho, hecho estaba, y no había nada que pudiera hacer yo para cambiarlo. Un sentimiento nació en mi interior, y me recorrió las venas, extendiéndose por todo mi cuerpo. La sangre me hervía de ese pensamiento, y decidí llevarlo conmigo a la derrota del Sector V, por Tezcat.

-Bai Long - una voz seria interrumpió mis pensamientos - ¿Qué haces ahí? Vamos, que el partido va a reanudarse.

-Lo siento Caleb - me puse firme de nuevo - Me ha surgido un imprevisto.

-¿Ah sí? - arqueó una ceja - Bueno, ya tendrás tiempo de contármelo en el banquillo. Vamos.

-Sí - asentí, siguiéndole hacia el campo.

La afición estaba eufórica, sus gritos de ánimo se escuchaban desde lejos. Cuando regresé al campo pude darme cuanta de que el equipo que iba a sustituir al Monte Olimpo ya había hecho acto de presencia en el terreno de juego. Se les veía en mejor forma que nunca.

El sol, volando entonces en el punto más elevado del cielo, iluminaba cada rincón del campo, dando a los espectadores una vista del juego excelente. Ese iba a ser un partido memorable, sin duda.

Víctor me miró con seguridad. Le asentí, y él me devolvió el gesto. Alla iba. El pitido que dio inicio al tiempo se extendió por el aire.

Recosté mi espalda de forma que me resultara cómoda, y cerré los ojos. Sentía que de esa forma me relajaba y podía pensar mejor. Sentía el calor del sol darme en la piel, y el sonido del correr de los jugadores como un rumor lejano, sumado a los vitoreos de los espectadores.

Caleb platicaba con las demás personas de ese banquillo. Que si ahora el mediocampo de había deshecho, la defensa no se coordinaba bien o los delanteros no lograban llegar a la portería rival.

No les estaba siendo fácil, no me hacía falta observar el partido para saberlo. Las cosas se pusieron feas cuando los jugadores fueron cayendo al suelo por los feroces y poco legales ataques del Dragon Link, uno tras otro como moscas, hasta ceder todos rendidos.

Admito que me puse muy nervioso, el Raimon era un equipo increíble, no podía ser que perdieran entonces, simplemente no podían. En ese partido lo arriesgábamos todo, ellos eran conscientes. Me convencí de que ganarían, ¿qué otra alternativa me quedaba?

Me alejé de todo eso. En mi mente el partido desapareció, y fue sustituido por lo que más me importaba a mí en esos instantes. Tezcat. Estaba casi totalmente convencido de que se encontraba en el Santuario, así que decidí trazar la forma más rápida de encontrarle.

Estaba claro que si el Sector V perdía, abandonaría la isla, era un hecho, así que iba a ser sencillo rebuscar por la zona. También podía imaginarme que donde iban a esconderle era en las instalaciones del centro.

Aún así no me fiaba, quizás era un sitio demasiado obvio, así que pensé que sería buena idea revisar el resto de la isla, por si acaso.

Después de eso no tenía muy claro que iba a pasar con nosotros. Nunca supe nada de los padres de Tezcat, y teníamos que encontrar un lugar en donde vivir. Estaba seguro que Caleb iba a ayudarnos con eso. Pero eso era aparte, lo más importante era traerlo a la ciudad sano y salvo.

El rumor volvió a mis oídos. Abrí los ojos, y observé el juego. Me alegré mucho al ver que el equipo se había espabilado, y que le estaba plantando cara al Dragon Link. No solo eso, sino que además le estaba poniendo las cosas complicadas.

Estuve atento a todos y cada uno de los movimientos de ambos equipos, y no dejé pasar ni un solo fallo. El Dragon Link se rompía por momentos, incapaces de superar al Raimon. La verdad, era gratificante ver eso después de verles pasarlo mal al principio de ese segundo tiempo.

Pero el tiempo corría a velocidades insospechables, y más temprano que tarde, los tres pitidos que dieron final al partido hicieron callar al estadio entero.

Me levanté de mi asiento eufórico, al igual que el resto, y cuando el Raimon se dio cuenta, comenzaron a celebrar la victoria junto a los gritos de júbilo de la afición.

Caleb posó su mano en mi hombro, y con esa sonrisa segura en su rostro, me habló.

-¿Estás listo? - preguntó mientras observaba al cielo - Nos vamos para el Santuario.

La Promesa [Inazuma Eleven] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora