O3|| Hornear / Cambio de roles

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De nuevo iba cambiando a paso apacible por los pasillos vacíos

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De nuevo iba cambiando a paso apacible por los pasillos vacíos. No llevaba algo más que no fuera su mochila. Después de lo que le había dicho Yashiro la otra vez que hablo con ella... Terminó en todo esto haciéndosele una costumbre, solo por mera curiosidad.

Llegó al salón correspondiente y así con sigilo entro dejando unas cosas en una de las mesas. Harina, huevos, leche, mantequilla y unos moldes. Al haber terminado reviso la hora, notando como ya era las aproximadamente seis de la tarde.

Tomó la mochila y volvió a colocarsela saliendo del salón y quedando fuera de el. Vio como los minutos pasaron y al fin llegó a ser la hora respectiva. Reviso una vez más los alrededores y así al ver que no había nadie solo se quedó a esperar.

Y allí... Lo vio.

Ese que parecía ser un chico de su edad de cabellera rubia y unos ojos cual zafiro, tan hermoso y único...

Notó como ese de pendiente vio lo que había ahí unos momentos.

— ¡Oh! ¡Puedo preparar donas! —

No podía ser cierto... Su pequeña debilidad.

A veces se preguntaba a qué sabían las creaciones de ese dicho joven, pues solo lo veía cocinar, y aunque sonará estúpido, tenía cierto sentimiento de amor hacia él. Sabía que era una idea tonta, tal vez estaba confundido, pues no podía enamorarse de un fantasma... ¿O si?

Sacudió su cabeza ante tales ideas tan tontas, y se sorprendió al ver como en menos de un segundo ya estaba metiendo la masa a cocinarse, ¿¡como podía ser tan rápido!? Nisiquiera él podía hacer todo de manera tan rápida.

— ¿Eh? —

Noto como aquel ente ya no estaba en todo el salón de cocina a lo que al ver como aquella masa pronto se quemaría si no la sacaba entró al lugar tomando así los guantes que estaban cerca reclinándose hacia adelante para poder abrir la compuerta. Abrió la puertilla y así tomo la bandeja más se tenso al sentir unas manos en sus caderas, que le daban sutiles caricias, a lo cual sólo comenzó a temblar.

Su mirar se dirigió hacia el causante de eso y se sorprendió al ver como se trataba de aquel de cuernos que estuvo espiando por varios días, e incluso podría decir que también un mes.

Dejo caer la bandeja y dio un grito para levantarse de golpe e intentar huir pero al solo haber dado unos cuantos pasos lejos de ese ente se vio obligado a frenar, sentía que algo lo detenía, pero... No había nada.

— Oh... Casi tiras mis donas. —

Escucho decir a aquel de hebras doradas a lo que solo se tenso más y vio como las donas se colocaban en un plato por su cuenta, como si flotaran, lo cual le era un sueño cumplido, pero también le daba miedo.

Escucho los pasos del otro hasta que sus manos volvieron a estar en sus caderas volviéndolas a acariciar con sutileza.

— ¿Tienes miedo? —

ᴅᴇᴍᴏɴ|| #ʜᴀɴᴀᴋᴏᴜᴡᴇᴇᴋDonde viven las historias. Descúbrelo ahora