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Hay dos cargos, el del día y la noche, del lo cual dos seres son encargados, de hacer que el sol y la luna aparezcan a la hora indicada para así dejar que el curso de las horas vaya según los reglamentos.
Pero... Había algo que últimamente molestaba a quien se encargaba de la hermosa luna, ese ser molestaba ante la actitud molesta que tomaba su contra parte al momento de que le tocaba hacer aparecer la luna, ese chico se encargaba que el sol apareciera lo antes posible, algo muy molesto...
— ¡Esto es inaceptable! —
Grito de manera fuerte y molesta llamando la atención de el superior y de el de cabellera rubia que solo sonreía sin parar ente el escándalo que creaba ese de hebras negras por algo que tenía claros fundamentos debido a que claramente ese de ojos zafiro no hacía bien su trabajo al querer fastidiarlo a cada momento, lo cual era muy molesto para su persona.
— ¡No hace bien su trabajo como servidor al sol! —
— Amane-San... Usted tampoco hace lo mejor. —
— ¡Tú callate Teru! ¡Tú eres quien no me deja colocar la luna en su lugar cuando es debido y solo molestas! —
— ¡Silencio! Se supone que al mayor se le otorga ese cargo, así como contigo Amane, si tu eres destituido de tu cargo Tsukasa se hará cargo de ello, así que, como he visto la deficiencia en el trabajo de Teru, no hay otra opción que... —
— ¡Pero señor! ¡Él...! —
— No importa, ya que Amane es quien desea esto entonces se le cumplirá, pero, él estará a cargo de que ese chico no de algún problema o sino, Amane también irá a donde habíamos enviado a ese joven. —
Así dos seres de luz solo ascendieron y fueron en busca del nuevo encargado del sol y su manejo. Mientras tanto el peli negro de piel grisea sólo estaba confundido.
— ¿Porque hablan tan mal de ese descendiente? —
— Verás, Amane-San... Mi hermano, anteriormente fue desterrado debido a que debido a ser un demonio, no sabría manejar este tipo de cargo, sin mencionar que él... Intento atacar a alguien. —
El de ojos miel sólo se quedó impresionado. Ya se había arrepentido y estaba a punto de hablar, pero, escucho como indicaban que aquel chico venía en camino hacia donde estaban.
De seguro ese demonio era aterrador, sería grande y temible, no tendría piedad y sería mucho peor que cuando estaba con Teru.
Trago saliva y vio como de a poco las puertas se abrían y se escuchaban gruñidos en ello de a poco se dejó ver aquel de hebras rubias con detalles anaranjados, una gran cola y unos cuernos no tan largos.
No era por sonar bromista, pero... ¡Ese chico se veía inofensivo!
— ¿Esa es la gran amenaza? Oh, vaya, no puedo creer que en verdad le teman a un demonio, sobre todo viéndose tan estúpido y torpe —
