Se dice que aquellas almas destinadas a encontrarse se reúnen en un oasis lleno de paz y amor. Ambos crean un vínculo sumamente fuerte que supera cualquier teoría sobre afecto entre seres humanos.
Y este año, dos almas con una radiante flama inte...
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
El restaurante al que me trajo se encuentra en Manhattan y es muy... Opaco. Alguien podría pensar que aquí están los criminales más temidos de Nueva York.
—¿No vienes? —pregunta, cuando se da cuenta que no avanzo hacia la entrada—. Sé que parece un basurero, pero es todo lo contrario; te vas a divertir.
No esperaba un restaurante cinco estrellas, pero tampoco esto. Creí que sería un lugar decente.
—¿Estás seguro de que no hay...?
—¿Criminales? —Sonríe ampliamente—. Te prometo que no hay ninguno.
A pesar del miedo en mi cuerpo y las miles de dudas que llegan a mi cabeza, sigo a West como si no hubiera nada de qué preocuparse.
En la entrada del establecimiento nos recibe una camarera que tiene una falda de cuero negro y una blusa con el nombre del establecimiento: cherry cherry. Al principio intenta coquetear con West, pero cuando se da cuenta que vengo con él, se detiene y nos lleva a una mesa de madera que parece estar a punto de destrozarse.
—Que bonita novia tienes, Edevane. —La camarera me observa de arriba abajo con una sonrisa afable.
—No es mi novia —responde.
—Hay una promoción para parejas. Te puedo aconsejar que...
—No es necesario —interrumpe.
—Entonces ¿qué va a ordenar esta linda señorita? —Me guiña un ojo.
—Un vaso de agua —murmuro, con la cara roja.
—Lo de siempre, por favor —pide él.
¿Qué es lo de siempre?
La camarera guarda la nota debajo de su manga y se retira. Esto empieza a cansarme no solo por la cantidad de gente que hay aquí, sino también por la falta de iniciativa que tengo en esta conversación. Si es que se le puede llamar así a algo tan lamentable.
—Sé que estás acostumbrada a los lujos de un buen restaurante, pero quiero que le des una oportunidad a este lugar. Pronto probarás el platillo más popular. —Su expresión llena de entusiasmo me da a entender que realmente espera que me divierta.
Un hombre se acerca al viejo tocadiscos que hay en la entrada y pone Burning love de Elvis Presley. Lo reconocí de inmediato porque mi padre pone esa canción los fines de semana cuando lava el auto.
—No había escuchado esta canción desde hace mucho tiempo. —Parece muy sorprendido—. Mi madre solía cantarla para mí cuando era niño cada vez que hacía un berrinche. —Sonríe con ternura—. ¿A ti te gusta esta canción, Solecito?
—¿Solecito? —La pronunciación me resulta un poco extraña.