Capítulo 15

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Los entrenadores del gimnasio tienen cierta preferencia por Alexán debido a sus buenas habilidades en el ring

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Los entrenadores del gimnasio tienen cierta preferencia por Alexán debido a sus buenas habilidades en el ring. Aunque está aquí solo por diversión, ellos siempre le sugieren que sería un gran elemento si practicara de forma profesional.

—Tu técnica es fatal —menciona Alexán cuando pasa cerca de mí.

¿Y a ti que te importa, imbécil?

—Estoy iniciando —digo.

—Has practicado por medio año y no veo mejoría.

—Es que mis brazos y piernas no son tan resistentes para…

—¡Alexán, es hora de entrenar! —grita su entrenador desde el ring.

Mi hermano sonríe con orgullo.

—¿Por qué no vienes? Estoy seguro que mi pelea será más interesante que tu entrenamiento mediocre.

Alexán se pone los guantes y se presenta con su contrincante: el hijo de uno de los entrenadores. No es necesario que vea su combate, al final siempre gana Alexán.

—¿Por qué no prácticas un poco más? —sugiere mi entrenador con una sonrisa.

—Mi hermano quiere que lo vea ganar.

—Alexán Daggar —dice con orgullo—. Es un chico muy talentoso.

—Se lo dicen siempre.

—¿Sabes que quiere estudiar cuando termine la preparatoria?

—Médico cirujano.

—Definitivamente está en otro nivel —responde con sorpresa.

—Creo que sí.

La pelea de mi hermano no tiene nada fuera de lo común: su técnica es buena, la fuerza que utiliza al golpear es la adecuada y siempre se mantiene en su zona. Casi nunca comete errores y si eso sucede, sabe como resolverlos. Siempre está un paso por delante y se acerca cada vez más a ser el único orgullo de la familia.

Cuando todo termina, mi hermano baja del ring con pasos firmes y al pasar cerca de mí, sus piernas flaquean. Cae de rodillas y se cubre la nariz. Uno de los entrenadores se acerca para revisarlo y la preocupación se incrementa cuando nos damos cuenta de que está sangrando.

Le doy un pañuelo y lo ayudo a llegar a la banca para que descanse. Sus músculos están muy tensos y la hemorragia nasal no se detiene.

—¿Has descansado bien? —pregunta mi entrenador.

—Un poco.

—¿Comes adecuadamente?

—Sí.

—¿Te has sobre esforzado últimamente?

—Oye, ¿a dónde quieres llegar?

—Me preocupa que tu salud se deteriore por culpa de tus malos hábitos.

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