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Me desperté por la fuerte sensación en mi cintura, dándome cuenta que eran los brazos de Tobirama quienes envolvían esta mientras el se hundía en mi cuello entre gruñidos.

-Quiero niños.

Pronunció, en un susurro tan bajo y ronco que nadie con una capacidad normal entendería, pero estaba acostumbrada, Tobirama hablaba dormido al menos dos veces al mes, algunas veces solía decir incoherencias y otras eran inentendibles debido a que su idioma de origen parecía abandonarlo cambiandolo por uno viejo y antiguo al que se le entiende menos que caballo asustado. Era algo «normal» según Hashirama, me recomendó no contárselo a Tobirama, solo lo fastidiaria hasta para dormir, el Senju menor era alguien reservado, y en sus sueños parece soltar todo lo que su cabeza piensa, de eso me di cuenta al pasar el tiempo, y sin embargo jamás dijo o confeso algo como esto, como un pecado culposo o el tesoro del cofre más oscuro de un pirata.

¿Niños?

¿Tobirama quería niños?

Oh. Si, lo recordaba muy bien, recordé perfectamente el momento en el que me comento algo así cuando apenas nos conocimos.

¿Como llegamos a este punto?

Recuerdo haber llegado a su vida como un meteorito estrellándo en la tierra, un desastre, un peligro, una persona capaz de dar vuelta una vida de una sola patada y un carácter distinto a lo que todos conocían aquí. Todo eso envuelto en un gran y veloz meteorito, rápido y en llamas. Incendiando todo a su alrededor al estrellar y provocando un impacto, un impacto más en realidad hacia algo determinado, hacia alguien determinado ; Tobirama Senju.

Mi barco se estrelló contra una superficie de arena y tierra, una isla mucho más grande que la mia, no se le ve ni el principio ni el fin y por lo lejos parece haber gente en una aldea, lugares en construcción y una cálida paz enviaban vibras pacíficas hacia mi valentía que parecía estar en una balanza de maravillas, decir que soy aventurera y curiosa queda corto. Sabía que esto podría pasar y cuando abandone mi hogar ya estaba lista para lo que sea que el mundo me tenga preparado, que considerando mi suerte nunca era algo bueno. En esta ocasión baje mi arco y flechas de madera rojiza y puntas con raiz venenosa, alrededor de mi casa los árboles carmesíes y las plantas de ultra veneno siempre fueron completamente normales (y abundantes) el barco en el que llegue estaba completamente destruido, no tenía muchas intenciones de volver de todas formas, recogi mi mochila que tenía lo suficiente para q sobreviva almenos unos días , aunque viendo lo cerca que acabe de una población no haría tanta falta.

Avance por unos diez minutos, en los q la aldea quedaba solo a un par de pasos, hasta que lo ví, en mi pueblo los llamamos Dieb, gente alta y esbelta, cabellos blancos que representan la falsa inocencia y ojos rojos acusadores capaz de tirar a un elefante de una mirada, el gesto fruncido y una cara de vándalo total. Saco con precaución una de mis flechas, el estaba a unos quince metros , un blanco fácil para mi, dispare con cautela de que la flecha llegue con rapidez hasta el y lo mate y envenene de un golpe, sin embargo, apenas parece rozar con el peli blanco, el cual se percata del ataque y mi mente máquina de manera automática "date por muerto" Un castaño de cabellos largos y lisos atrapa la flecha como si fuera simple pluma y palo ambos miran hacia mi, que ya tengo preparada otra flecha, y en cuanto me doy cuenta ambos están frente a mi.
El castaño con llanto dramatico y las manos en alto y el Dieb de ojos rojos con un gesto de alguien que esta a punto de cometer un homicidio.

-no dispares, somos buena gente lo juro.

El de ojos y cabello castaño se arrodilla frente a mi y bajo el arma incrédula, ¿el no es ningún rehén del peli blanco frente a mi? ¡Pero anda si tiene toda la pinta de asesino!

𝐋𝐈𝐑𝐈𝐎𝐒 | 𝐓𝐎𝐁𝐈𝐑𝐀𝐌𝐀 𝐒𝐄𝐍𝐉𝐔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora