8

320 49 9
                                    

Porque me querías, y me cuidaste, ¿verdad?


—  No puedo creer que enserio la hayas hecho tomar todo eso— le dice Tobirama a Mito.

La realidad es que esa cena termino en Hashirama y yo peleando porque trago sabría mejor, y terminamos tomando ambos de los más fuertes.

—  ¿Solo ella? Mira a tu hermano, ¿Quien te crees que se tiene que hacer cargo de el? ¿Tu? No, siempre tengo que hacerlo todo yo, como una mama luchona por Hashirama— le dice Mito como si estuviera prendida fuego.

—  Y por tu hijo...— le recuerda Tobirama, Mito comienza a arrastrar a Hashirama y ya nos está dando la espalda.

—  Me da más trabajo tu hermano— puntúa cuando tiene que volver a arrastrar a Hashirama que parece estar por dormirse.

Está bien, lo que había iniciado mí disputa con Hashirama, es que Tobirama le insistía en que el aun era como un niño que no sabía soportar el alcohol.

Y ahora Hashirama y yo parecíamos estar casi ambos dados vuelta por completo, de hecho, Hashirama parecía que se estaba por dormir, como un viejo al que le das alcohol y se duerme, mientras yo estaba dando saltitos alrededor de Tobirama mientras todo me daba vueltas.

— Tenemos que ir a casa— me recuerda y lo miro como si le hubieran salido alas.

— ¿Casa? Casa aquí.— digo cómo cavernícola por lo que me cuesta unir oraciones el no me entiende y se acerca como para tomarme de la mano y llevarme.

— Si Ayame, casa aquí— me dice haciendo un leve gesto de sonrisa mientras comienza a caminar.

—  ¿Te estás burlando?

—  Yo jamás haría eso.

—  Creo que en otro momento, te creería más.

El se queda callado está vez, llevándonos a la casa.

Ya estábamos tan cerca de la casa que solo nos quedaban pasar las tres escaleras que nos llevaban directo a la entrada, Tobirama pareció olvidarse de mí estado totalmente ebrio y tropiezo con dos escalones, y casi me voy de cara al piso si no fuera porque el me tomo de la mano y me estabilize de milagro.

—  ¿Es que no sabes caminar o que?

—  ¡Eso o quizás es que me traigo un pedo de la puta madre Tobirama!— digo y intento subir el último escalón, pero fracaso y casi me caigo de nuevo, pero está vez el me sujeta por la cintura.

Ya estamos en la entrada sin más malditos escalones de por medio que me quieran hacer caer para dejarme en ridículo.

—  ¿Estás bien?— pregunta está vez, — no sabía el alcohol te hace marear de esa forma— ahora está más preocupado, me mira como si estaría intoxicada de alguna droga o algo.

—  ¿Nunca tomaste alcohol?

—  ¿Me ves cara de alcohólico?— me dice, arrugando su rostro, que no se da cuenta que entre que está tan cerca mío y mí estado de poca capacidad de pensar me dan ansias de incluso de besarlo.

Aunque si pudiera pensar del todo también tendría ganas de hacerlo.

Me vuelve a soltar y comienza a caminar hacia la casa, al entrar se fija en que pueda pasar sin tropezarme de vuelta para cerrar la puerta.

—  ¿Puedes...?— me imagino que me estaba por preguntar si podía pasar pero no llegue a escucharlo que me tambalee y me tiré hacía el lado contrario de Tobirama, hacía la pared, y me sostuve de ella. — Ayame... puedo ayudarte yo también, creo que te puedo tener mejor que esa pared.

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Apr 23, 2023 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

𝐋𝐈𝐑𝐈𝐎𝐒 | 𝐓𝐎𝐁𝐈𝐑𝐀𝐌𝐀 𝐒𝐄𝐍𝐉𝐔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora