VI. Ganar, perder o Draal

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— ¿En qué estaban pensando? — sus largos mechones rojizos caían de su peinado desarreglado, y sus ojos azules estaban casi al borde de las lágrimas.

Supuse que así era una madre molesta.

La señora Lake le alzaba la voz a James, y a Tobías, regañandolos por su mala decisión, pero no les gritaba.

Les hablaba con paciencia, pero notablemente decepcionada.

Y decía cada palabra con tanto sentimiento, que no me atrevía a mostrarme en su presencia.

Mi cuerpo se había quedado helado antes de girar la esquina, justo cuando escuché a la joven mujer.

Podía ver la escena por el vago reflejo del ventanal de la Comisaría, dónde nos habían llevado cuando nos subieron al carro.

Había ido al baño, y este se encontraba en dirección contraria a la sala en la que estaban entrevistandonos, así que ninguno de ellos vendría para este lado a menos que tuviera una urgencia en el espacio para necesidades básicas.

— Esto no es común de ustedes. Nunca se habían metido en problemas — ella cubre su cara con una de sus manos. Su espalda encorvada me hacía saber lo cansada que se encontraba.

Una silueta borrosa se acerca a ellos del otro lado de la sala y se dirige a Bárbara Lake.

— Pueden recoger el reloj.

Ese mismo reloj contador de pasos que usamos de excusa para justificar nuestro allanamiento. La mujer asiente agradecida, y, aunque no la escucho, puedo observar cómo suspira. Le señala a Tobías que vaya por dicho objeto, y hasta yo puedo detallar a la perfección el silencio tenso que se crea cuando están madre e hijo solos.

— Jim — el susodicho salta un poco de la impresión. Parecía no atreverse a mirarla a los ojos—. Jim — repite.

Soy testigo de cómo acerca lentamente sus manos para agarrar las de su hijo, que bien podía notar que temblaban.

Porque Jim podía mantenerse estable cuando se trataba de enfrentar a troles, pero se volvía vulnerable frente al amor que los ojos de su madre le dedicaban.

— Amor… — con sus manos juntas, Bárbara Lake acerca al fruto de su seno y lo observa con preocupación— ¿Te están intimidando? ¿Te obligaron a hacer eso?

Por supuesto, ella podía notar lo absurdo del asunto.

Por la misma razón de que ella era madre y conocía perfectamente a su hijo. James no era el tipo de persona que se metía en problemas, y menos al punto de acabar en la estación policial.

— ¿Qué?

Incluso yo que recién había tratado con él, podía notar sus límites. En aquel momento en que accedió a entrar al Museo por la ventana me hallé, de hecho, bastante sorprendido. Realmente me esperaba que rechazara la proposición.

⚔Eclipse⚔ |• TrollHuntersDonde viven las historias. Descúbrelo ahora