Hay que hablar

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Pasaron unas semanas desde navidad, llevaba todo ese tiempo sin ver a Simón porque él se fue con su familia de viaje para pasar año nuevo con sus abuelos en Medellín, ese día minutos antes de las doce me llamó para felicitarme por año nuevo.

Villa, quería decirte antes de que sonaran las doce campanadas, que tu presencia éste año fue de lo mejor, quiero agradecerte infinitamente por hacerme tan feliz, ser mi compañero de locuras, gracias, gracias Villito, eres mi vida entera.

Sonreí internamente al recordar sus palabras, soltando un suspiro enamorado, me encontraba en mi habitación escribiendo la canción, sí, aún no la terminaba, pero es complicado, necesito mi tiempo para expresar mis sentimientos por aquel chico de lentes. 

Acaricié mi frente tratando de pensar, leyendo lo único que había logrado escribir.

Mi intención no es asustarte
Por mirarte más de lo normal

Jugaba con el lápiz mientras seguía pensando, ¿Qué podía escribir?

— ¡Juan Pablo, a comer!

Un grito me sacó de mis pensamientos, era mi madre.

— ¡Voy mamá!

Puse el lápiz entre la libreta y cerré esta dejándola sobre mi escritorio, salí de mi cuarto bajando las escaleras, caminé hacía el comedor donde estaba mi familia.

— Siéntate, Juan.

Apuntó mi padre mi silla con su tenedor. 

Asentí haciendo caso sentándome en la silla, miré mi plato y era bistec, suspiré tomando mi cuchillo y tenedor comenzando a comer.

— Ahora que están los dos presentes.

Habló mi padre de repente, llamando la atención de mi hermana y mía, sorprendiendonos, lo miramos fijamente esperando en que prosiguiera con su diálogo.

— ¿Alguno de ustedes dos compró algo con mi tarjeta? — preguntó con el ceño algo fruncido, a él no le molestaba que usáramos su tarjeta, pero esta vez parecía ser diferente.

Dejé de verlo a los ojos para rápidamente tomar de mi jugo de naranja, tratando de disimular mi culpa.

Mi hermana me miró de reojo y rió levemente, sabía que yo fui él que gastó el dinero de papá. Dejó de mirarme de reojo para volver a mirar a papá a los ojos, negando con la cabeza.

— Yo no tomé dinero de la tarjeta, pá.

Mi padre rápidamente volteó a verme y arqueó la ceja, por su mirada me atraganté con el jugo, tosiendo por éste.

— Juan Pablo, despacio. — habló mi madre comiendo.

— Perdón. 

—  Juan. 

Miré a mi padre cabizbajo y con miedo. 

— ¿Si?

Mi voz sonó más suave de lo normal.

—  ¿Tú fuiste?

Miré a mi hermana asustado, ella tomó mi mano bajo la mesa y la acarició.

— Dile. — susurró mientras seguía con las caricias.

Tomé aire para calmarme y suspiré.

— Si, papá, yo tomé dinero de la tarjeta.

— ¿Para qué?

— Para comprar un regalo a-a... A Simón.

— Últimamente siempre hablas o estás con Simón, ¿No? — preguntó mi madre mirándome atentamente.

Causa Perdida || Original VersiónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora