Capítulo 4 "Ice Finn"

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"Un poco más de nieve por aquí y... ¡Listo!"
"¿Qué te parece, Jake?" el rubio sonriente miró a su perro del mismo nombre, al cual estaba ya sin vida, convertido en un bloque de hielo.

Ahora, seguro te preguntaras ¿Qué rayos? Pues bien, déjame contarte la historia de Finn, Finn el humano, aunque ahora se hace llamar Ice Finn.

El héroe alterno de otra realidad, de un mundo común y corriente como el de nosotros, donde la magia solo existía en los rumores que contaba la gente, hasta que un día descubrió la corona del Rey Helado, que creó y utilizó para salvar al mundo de una catástrofe.

Esta le brindó a Finn el poder de congelar cualquier cosa con solo sus manos y se supondría que usaría ese poder para salvar el mundo como fue planeado para la creación de la corona, o aunque sea venderla para ganar un poco de dinero para su familia, pero el prestigio se le subió a la cabeza, sumado a que cualquiera que porte la corona estaría condenado a perder su cordura lentamente hasta ser un cascarón vacío de la persona que alguna vez fue, perdiendo un poco más su esencia cada vez que usaba su poder.

Como adivinaras, ese fue exactamente lo que le pasó a Finn, su pequeña mente enloqueció con el primer uso de la corona y terminó congelando todo a su alrededor. Y cuando digo todo, es todo.

El clima de ventisca helada siempre era mismo, el frío que lo carcomía desde dentro y desde fuera ya no le afectaba y las expresiones de horror y espanto de cualquier ser que antes estaba vivo ya nunca cambiará, quedándose enmarcadas en el hielo como en una fotografía para el resto de la eternidad.

La sensación que te produce ver su apariencia por primera vez es... Indescriptible.

Tenía un largo y maltratado pelo rubio, que era cubierto por un gorro blanco con orejas de oso, sobre este claramente llevaba la corona, de color dorado con tres grandes gemas rojas. Sus ojos eran cristalinos como el hielo y siempre estaban llorosos, con una expresión triste y asustadiza. Sobre sus hombros cargaba una mochila verde, tenía una camisa de manga larga azulada y unos pantalones rasgados de la parte inferior de un tono más oscuro, con pies descalzos, pálidos, casi morados por el frío al que eran expuestos. También llevaba un notable brazo robótico en lugar de su mano derecha, con una gran pinza en vez de dedos.

Decadencia, tal vez sería la palabra correcta.

Estar tanto tiempo solo, más el uso excesivo de la corona lo dejó en un estado mental no muy favorable que digamos. Siempre cargaba consigo a su gran y fiel compañero Jake, un perro con pelaje amarillento que muy vivo no estaba, a veces lo dejaba en su mochila.

Finn en ese momento estaba haciendo un conejo de nieve, uno más de los otros miles de animales y figuras de nieve que ya había hecho, a este pensaba ponerle Mentita; de alguna manera se le hacía familiar el nombre.

Por motivos que sólo él llegaba a entender, comenzó a reír, pero no era una risita cualquiera, eran carcajadas desquiciadas. Tal vez porque ya se había cansado de llorar y lamentar su mísera existencia, quizás porque estaba aburrido y la gente haces cosas locas cuando lo están o ya se había vuelto loco, más de lo que ya estaba, probablemente todas las anteriores.

Hubiera seguido de esa manera por un buen rato, hasta que volviera a la cruda realidad, si no fuera por que escucho otra risa, otra que no era la de él.

Paro de reír de un momento a otro, mirando paranoico en todas las direcciones con los ojos bien abiertos y asustados ya que era imposible que hubiera alguien más con él; todos estaban muertos.

"¿Ya me abre vuelto totalmente loco?"

"¿Estoy alucinando?"

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