Jihyo no tenia idea de cómo siquiera su cuerpo se las arreglaba para mantenerse erguido de esa forma. De cómo su cabeza aguantaba contra la pared y su cuello con la sensación de aquellos dedos ahogándola.
Estaba adorando cada momento, pero... ¿No se estaba volviendo un poco demasiado apretado?
—Sa...na. —Las palabras muy apenas salieron por su boca. —No puedo... respirar. —Logró quejarse, poco a poco sintiendo como aquellos dedos soltaban su cuello, poco a poco sintiendo como bajaban por su pecho lentamente hasta empuñar la tela de su blusa y jalarla a ese ya tan esperado beso.
Respiró hondo, separando los labios por un momento antes de juntarlos con los de Sana.
Mentiría si dijera que esa bocanada de aire había sido suficiente para estabilizar su respiración, pero el miedo de que el beso no continuara si se separaba tan solo por un segundo la hacía continuar. No sabía que era lo que había en la mente de Sana en esos momentos de tensión – y no quería enterarse. Solo quería buscar más calidez.
Se encontraba necesitada y queriendo deslizar su lengua en su boca, rozando rápidamente los labios de la mayor suplicando dejarla entrar. Lo cual no ocurrió. Sus suplicas no fueron respondidas. En vez de seguir con aquel beso, los labios de Sana eventualmente abandonaron los suyos, arrastrándose por su mejilla hasta un costado de su cuello – sobre su pulso – corriendo su lengua por su piel dejándola húmeda, desastrosa y sucia de la mejor manera posible.
—Algunas marcas quedaron en tu cuello ¿Sabes? —Sana habló de nuevo, su aliento golpeaba suavemente sobre su piel. —¿Crees que tu novio las encuentre o debería dejarle más pistas de lo estúpido que es? —Soltó en una risilla.
Jihyo estaba en absoluto temor – aquel enojo y temblor en la voz de Sana ya no estaba, ahora podía escucharla más profunda, más seria. Compuesta. Hablaba con cierta firmeza y eso la estaba mortificando. Mortificándola más allá del punto de volver alguna vez de la vergüenza de ser descubierta con sucias marcas en su piel. Se sentía mortificada, pero parte de ella también se sentía eufórica.
Quería continuar.
Quería ser vista.
Quería sentirse sucia.
Desearía haber dicho que su cuerpo actuó por sí solo, pero no podía. Sus manos simplemente se movieron hacia la cabeza de la mayor, hundiendo sus dedos en sus mechones dorados y acercándola más a su piel.
La lengua de Sana comenzó a moverse por toda la extensión de su cuello, bajando lentamente y dejando ese rastro húmedo hasta su hombro derecho. Sus dedos comenzaron a bajar su blusa con lentitud por sus brazos, sus labios empezaron a presionar besos cálidos, y... sin previo aviso, aquellos dientes se encajaron tan repentinamente en su hombro que casi la hicieron saltar fuera de su piel – el filo hundiéndose en su carne dolorosamente la hizo sentir algunas lágrimas formándose en sus ojos.
Sana realmente hablaba de dejar algunas marcas.
—Mmmh... —Tarareó en aprobación mientras dejaba un último lengüetazo, eventualmente se alejó de su hombro. —Me gusta, pero... me gustaría mucho más dejar otras cuantas.
La espalda de Jihyo solo se enderezó al ver como aquellas cejas se levantaban expectantes y como esperaban una respuesta a la silenciosa pregunta que había hecho – ¿Puedo?
Su aliento quedó encerrado en su garganta al ver aquellos oscuros ojos mirándola de esa manera. Tan llenos de deseo, tan profundos, tan peligrosos.
¿Cuál se supone que fuera la respuesta correcta?
Sana no parecía querer darle placer. Parecía querer destruirla y, aun así, estaba considerando quedarse en aquella habitación. Tal vez por mera curiosidad o tal vez por la exagerada humedad entre sus piernas.
—Qué-... ¿Qué estás haciendo conmigo? —Jihyo preguntó, pero realmente sabia la respuesta. La estaba volviendo loca. Eso es lo que estaba haciendo.
Jamás había visto a Sana tan molesta. Nunca nadie la había hecho sentir tan despreciable, como sea, ahí estaba su mayor viéndola como tal. Como un ser despreciable.
Jihyo estaba algo asustada y ni siquiera era por Sana. Estaba asustada de sí misma al darse cuenta que realmente estaba disfrutando como la japonesa la estaba tratando, como si fuera solo un juguete hecho para ella.
Lo estaba disfrutando más de lo que hubiera pensado.
—Lo que quiera. —Respondió, sus labios se curvaron junto con las palabras. —¿No puedo?
—No es-
—¿O no quieres? —Sana inclinó su cabeza. Un suspiró salió por sus labios. Algunos de sus dedos volvieron a subir hasta sus mejillas, apretándolas y dirigiendo toda su atención en ella – ahí estaban de nuevo esos ojos. —Aún estas a tiempo de irte si eso es lo que quieres, Jihyo.
—Sí-... sí, quiero.
—¿Irte? ¿Quedarte? ¿Qué quieres exactamente? —Una ceja subió a su frente. Solo una.
Esa expresión comenzaba a hacerla sentir más que despreciable. Comenzaba a hacerla sentir estúpida. ¿Por qué siquiera se sentía tan nerviosa? Era Sana. Solo era Sana. Su compañera y amiga de todos los días. Solo era ella y, aun así, su corazón estaba latiendo como loco.
—Si no me dices que es lo que quieres... entonces no vamos a hacer esto. —Terminó por imitar con su tono de voz.
¿Qué quería?
¿Además de ser follada hasta perder la conciencia? Tal vez follar a Sana de la misma manera.
—Yo también quiero todo de ti.
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𝙎𝙩𝙧𝙖𝙬𝙗𝙚𝙧𝙧𝙮 𝙑𝙤𝙙𝙠𝙖🍓 ⇢ 𝙨𝙖𝙝𝙮𝙤 [+18]
FanfictionExtra/especial de Orange Juice (No hay necesidad de leer Orange Juice para entender este. Así que pásele a leer y disfrute mi loco ❤️)