El sonido desesperado de la suela de los zapatos al correr de un lugar a otro, el usual olor que desprendía el aire a desesperación y el constante murmuro alterado de todo el personal, era algo que empezaba a apreciar Kurt.
Esa mañana había destinado su mejor atuendo verde-marino, que esperaba combinara a la perfección con el Jersey que le había obsequiado a Blaine, para utilizar en esta ocasión.
Sonrió a todos a su paso, mientras se conducía por el extenso pasillo que lo llevaría a la oficina de su jefe.
Aun así, su sonrisa era una apariencia, una simple actuación que cobro sentido desde que salió de su hogar esa mañana, una máscara colocada por lo alto de su rostro, ocultado sus sentimientos.
Pues, su humor era una mezcla de tristeza y felicidad.
Una gran parte de él, se sentía orgulloso de los logros que presentaría Blaine frente a todos los altos mandos.
Por otro lado, su corazón latía con pesar al tener que mirar a los ojos de Blaine por última vez con toda la sinceridad de sus sentimientos.La noche anterior, se había dedicado a girar sobre la cama para apaciguar las palabras que resonaban por su mente.
Ahora, sabía que tendría que estar dispuesto a subir una gran barrera entre sus sentimientos y su chico de cabello rizado, una barrera tan perfectamente elevada que fuera imposible su tambaleo.
[O eso era lo que realmente se había propuesto] porque el querer hacerlo no era un hecho.Todo lo contrario, a ello, Kurt sería feliz al no tener que mentirle a nadie más.
[Pero las cosas no eran de esa manera, lo único que le quedaba hacer era fingir que todo estaría bien.]-¿Nervioso? –Pregunto Kurt al ingresar a la oficina de Blaine.
Su jefe, había dejado viajar a su mente al infinito, mientras miraba despistadamente sobre el gran ventanal de su oficina.
La voz de Kurt, no hizo más que incrementar su amarga tristeza y le dedico una ligera media sonrisa de lado.
-No. –Murmuro con desganas. –Nunca había estado tan decidido de presentar una junta así. Tengo todo para quedar como un buen jefe, y sé que cualquier ataque que quieran hacerme, podre defenderme...
Su mirada se dirigió a los pantalones de gamuza que portaba el castaño y sonrió ante la buena combinación que hacía su jersey con el atuendo de su asistente.
Sin duda extrañaría su manera de hacer estos pequeños y bonitos detalles con él.
-Es solo que... -Sus palabras se cortaron en el aire, se arrepintió en el preciso momento en el que su boca le había abierto el paso a su oración. -¡Nada!
Y se negó a confesarle su verdadera preocupación. Se negó a gritarle que su pecho dolía y que sus manos ardían por la desesperación de no volver a tocar al castaño nunca más, sé pensó sí eso lo convertía en un cobarde.
Pero, prefirió su propio dolor, que revelarle todo al chico de ojos azules el cual podría destruirlo al no compartir los mismos sentimientos en viceversa.¿Por qué querría a amarme? ¿Qué podría verme esa bella luz de bondad? – Fueron sus pensamientos una noche antes de dormir, [si considerar girar sobre la cama, buscando el lado más frio de ella, para así llegar a conciliar el sueño.]
El sonido en la puerta al ser golpeada para llamar la atención de los dos jóvenes dentro de ella, los hizo girar, observando al nuevo invitado.
-¡Es hora! –Gruño Sebastian, recargado sobre el marco de la puerta, haciendo más que visible su inconformidad al encontrar a ambos jóvenes dentro de ella.
Después de ello, todos guardaron silencio, y como señal de rendimiento Sebastian se alejó del lugar que ocupaba, dejando la puerta abierta a su paso.
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CONTRATO
ChickLitKurt Hummel había sacrificado mucho de él, pero valía la pena cada que llegaba a casa y miraba la inocente sonrisa en los labios de Beth. Blaine Anderson lo tenia todo, y cuando las cosas se salen de sus manos, no es el mejor ideando un plan. Así e...