CAPITULO 14 EPÍLOGO

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-¡KURT! – Grito exaltado Blaine al brincar de la cama, una vez más las pesadillas no lo dejaban dormir, y enojado consigo mismo limpio el sudor de su frente pasando una de sus manos por ella.

El amargo sabor en su boca al traer los recuerdos de varios meses atrás lo seguían atormentado, aun recordaba como el chico de ojos azules se alejó de sus manos llevándose con él parte de su corazón.

Con mal humor retiro las mantas que cubrían su cuerpo y se dispuso a ejercitarse, pues sabía, que el sueño no volvería a él. Y su única salida actualmente era golpeando su saco de boxeo, en donde las gotas de sudor no se diferenciaban de las lágrimas que ocasionalmente dejaba derramar al tratar de mantener siempre en su memoria a aquel joven de ojos azules.

Cada golpe al saco era un nuevo y doloroso recuerdo, con una frecuencia que se volvía con el paso del tiempo constante: un golpe, un recuerdo y una exhalación lastimosa.

Fueron miles de veces las que trato de reparar su error, pero Kurt simplemente había desaparecido de su vida, como cualquier ave que se detiene en tu ventana cada mañana y en alguna de ellas su presencia jamás volvió, pues había retomado el camino con su parvada.

En su mente revivió el recuerdo de aquella tarde gris en que todo se había vuelto un caos, y la manera en la que insistió por llamadas celulares hacia el castaño, haciendo recibir su perdón; Llamadas, que se iban directo a la contestadora, en la cual él no dudaba en dejar su mensaje; Mensajes, que nunca tuvieron respuesta, y que aún después de 6 meses, se cuestiona sí en algún momento fueron escuchados.

Y las tantas veces que trato de encontrarlo para arreglar la situación. Algo que jamás sucedió, pues los días siguientes a la última tarde en donde corrió tras de Kurt, el castaño no volvió a aparecer, su escritorio permaneció vació por un par de días y Blaine realmente añoraba que él regresará.

Quizás lo único que necesita es tiempo. –Se repetía cada mañana al llegar a la oficina y encontrar el escritorio vació.

Un tiempo que él estaba dispuesto a ofrecerle, todo el tiempo que fuera necesario para tener de vuelta a Hummel.

Pero su añoranza se vino abajo cuando dos semanas después había llegado oficialmente la hoja de renuncia del castaño firmada y completa para romper lazos entre ellos.
Con una única nota en la que pedía que ofreciera su puesto de trabajo a la señorita Fabray.

Algo que Blaine acepto hacer en cuanto firmo la renuncia. [Una firma que le había pesado en el corazón, pero que, Kurt merecía después de todo. Era lo menos que podía hacer Blaine después de causarle tanto daño al castaño].

Sin embargo, no se dio por vencido del todo, pues constantemente dejaba mensajes de voz en el buzón del castaño, y se había cansado de escribir mensajes de texto y hacer llamadas que nunca eran contestadas, incluso, recurrió al e-mail que, en algún momento del inicio, Hummel había dejado anotado para su contratación.

Además, se atrevió a pedirle a Quinn, [su actual asistente], que le hiciera llegar los mensajes, o la simple petición de querer hablar con él.

La rubia asentía a sus ruegos, pero Blaine imaginaba que las palabras jamás llegaban a los oídos de Kurt, pues jamás recibía una respuesta.

Incluso, en algún momento del mes siguiente, Quinn le había comentado que Hummel había dejado la ciudad.

Una frase que se negó a creerle, pensando que era una estrategia como amiga del castaño, o simplemente para quitarse de encima a su jefe respecto a la insistencia con la que quería comunicarse con Kurt.

Su constante agonía y culpa, lo orillaron a aparecer, [dos meses después del gran suceso], frente a la puerta del departamento que compartían los amigos.

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