1 UN NUEVO DESPERTAR

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Allí estaba él, sentado frente a la caja de madera que la reina le había entregado, sus manos temblaban de los nervios, en su cabeza retumba la dulce voz de su madre, ella lo había despedido unos minutos antes frente a la puerta del Gran Salón de Ellesméra, allí su madre solo le dio un consejo, "Recuerda que ya has superado muchas cosas, has demostrado miles de veces que vales mucho más de lo que todos creían, así que relájate pues estás más que preparado para superar tu última prueba".

-Tranquilo, confía en ti, sabemos que estas más que preparado-le tranquilizó la Reina.

-Gracias Majestad-dijo mostrando ese gesto confiado que le caracterizaba.

-Entonces, ¿Preparado?-le pregunto ella- Recuerda que si superas esto, tu vida cambiará para siempre.

-Preparado Señora, ¡Muchas Gracias por los ánimos!-dijo mostrando una leve sonrisa perfecta.

Tras escuchar esto la Reina le devolvió la sonrisa y se marchó, dejándolo solo de nuevo, aunque esta vez estaba realmente preparado para enfrentarse a la prueba que le impusieran. Volvió a sonreír y miró la caja de madera que tenía frente a él, en ella vio unas marcas que conocía aunque no conseguía determinar que era lo que decían, en ese momento noto algo extraño en su cabeza, una potente voz que jamás había escuchado le hablaba dentro de su mente, al principio trato de resistirse, pues en la guerra había escuchado que los secuaces de Galbatorix podían tomar las mentes de sus enemigos, se esforzaba por ignorar esa voz, hasta que ella le hablo en el Idioma Antiguo.

-"Fricai onr eka eddyr"-(soy tu amigo) dijo la voz.

-¿Si lo eres muéstrate?-respondió el joven.

-Aún no estás preparado para conocerme, pero lo estarás cuando abras la caja.-tras esas palabras la voz desapareció.

Reflexionó durante unos minutos, ese suceso era demasiado raro, pero él confiaba en la Reina, y la voz le había dicho que era su amigo en un idioma en el que no se puede mentir, por tanto debía tener el valor para abrir esa maldita caja y así descubrir por qué razón él había sido el único que había llegado a la última prueba. En ese momento se armó de valor y abrió la caja, una luz de color blanco lo ilumino todo, por un momento el joven elfo no conseguía ver nada, hasta que la luz ceso ni siquiera podía abrir los ojos, pero aún le sorprendió más lo que encontró dentro de la caja.

Era una piedra de color blanco brillante, nunca en sus 75 años había visto una piedra como esa, su brillo era demasiado intenso, y era muy lisa, tanto que resultaba extraño al tacto, pero lo más extraño no era su color o su tacto, lo que más llamo la atención del joven era que cada vez que tocaba la piedra esta aumentaba la intensidad de su brillo, hasta que de repente la piedra se movió dentro de la caja, el elfo la saco de la caja y la poso en la mesa, pues creía que el movimiento se lo había imaginado, en ese preciso momento la piedra volvió a moverse, el oven parpadeaba, y se decía a si mismo que tenía que relajarse, pues eso no podía estar sucediendo, al fin y al cabo las piedras no se mueven por si solas. Entonces lo decidió, el estrés de los últimos meses le estaba afectando, estaba seguro de que era eso, o eso se decía a sí mismo, hasta que una grieta enorme apareció el superficie de la piedra, el muchacho se acerco con precaución, y se sorprendió al divisar otra grieta, y otra, hasta que de repente escucho un ruido que jamás pensó que oiría, era un gruñido tan agudo que incluso le produjo un leve dolor en los oídos. La piedra se quebró definitivamente, y de ella salió un pequeño dragón blanco con ojos azules.

El elfo volcó su cuerpo sobre la mesa y miró atónito como el recién nacido terminaba por salir del cascarón, cuando el cuerpo del precioso animal estaba completamente fuera del huevo, el joven elfo estiró la mano para acariciar al dragón. Y para su sorpresa el dragón estiró el cuello para buscar su contacto. En el instante en que ambos se tocaron, una sensación indescriptible recorrió su cuerpo, y junto a esa sensación también sentía como su mano derecha quemaba, es más, vio una marca brillante de color plateado con forma en espiral.

El ruido de la puerta del salón hizo volver al elfo a la realidad, por la puerta entraban su madre, la reina y otra joven que no conocía.

-¡Enhorabuena joven Valandir!-dijo la reina, mientras se acercaba a él.

-Hijo mío, ¡Lo has conseguido!-sonreía su madre mientras corría a abrazarle-tu padre estaría muy orgulloso de ti-le susurro antes de separarse.

-Una gran hazaña desde luego-señalo la mujer que las acompañaba.

Valandir observaba a las tres mujeres sin saber que decir, aún no entendía bien todo lo que acaba de suceder, pero había algo que si sabía, su vida había cambiado para siempre.

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