CAPÍTULO 31: "Estoy..."

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Blair Beckham

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Blair Beckham


A veces pienso en cómo sería todo si mi padre estuviera aquí, pero después me acuerdo de todas las peleas que tenían él y mamá, y se me quitan las ganas. Así estoy bien.

No he tenido tiempo para pensar sobre el tema de las universidades, todo eso me confunde. Pienso seriamente en tomarme un año sabático y reflexionar sobre qué haré con mi vida, lo que quiero estudiar esta muy claro desde que tengo conciencia, pero el que lo logre esta por deducirse aún. Evan me alienta mucho diciendo que lo lograré porque tengo mucho potencial, no sé de donde lo ve, pero en fin. Lo dice con tanta seguridad que comienzo a creerlo. En cambio, él no sabe a qué universidad aplicar, mencionó algo sobre regresar a Alemania, pero de inmediato dijo que no porque no quiere estar cerca de su madre. Es horrible, ya que a pesar de todo la necesita y mucho. ¿Cómo puede dejarlo solo con todos sus problemas? Me explicó que su padre intentaba pegarle cuando regresaba a casa muy tomado, por una parte, pudo escapar del infierno que se acercaba con el señor, pero dejó a Evan, y entonces a él le tocó vivir todo lo que su madre evitó. La señora le llama cada vez que se acuerda de él, lo único que le hacía tener una figura maternal era su tía, pero desgraciadamente ella está muerta, y Evan se culpa de eso. Pero ambos sabemos que alguna de las palabras que me dijo en el cementerio era verdad, todo se hubiera evitado si no nos hubiéramos conocido y ella seguirá viva. Pero después pienso que las cosas por más terribles que parezcan, no se pueden cambiar. Si pudiese modificar el pasado y evitar algunas cosas, no lo pensaría demasiado.

Observé a Evan a lo lejos cuando apenas iba llegando al instituto, me acerqué corriendo hacia él y lo observé confundida, buscando respuestas. Él me miro de la misma forma.

— ¿Qué? —preguntó.

—Se supone que ya no faltarías, quedaste en un acuerdo. Puedes no graduarte. —dije con obviedad.

—Ah —dijo despreocupado—, solo fue el día de ayer, no es para tanto.

— ¿Tienes una excusa?

—Sí, tuve un problema.

— ¿Todo está bien?

—Sí, fue pequeño y ya lo arregle, no te preocupes.

— ¿Estás seguro?

—Sí —reafirmó.—. Te extrañe. —su abrazo me tomó por sorpresa ya que siempre soy yo quien los da, no quien los recibe y menos viniendo de él.

Le correspondí con la misma intensidad que demostró. Pude sentir que, en efecto, ha disminuido su peso, no se nota por la ropa que siempre viste. Me decidí a preguntar de una manera amable para que no malinterpretará:

—Oye, ¿te puedo hacer una pregunta? Puedes responderla o no, no te quiero obligar, pero si no estás...

—Suéltalo.

A las estrellas | Sin corregirDonde viven las historias. Descúbrelo ahora