CAPÍTULO 4

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Blair Beckham

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Blair Beckham

Estoy en clase mirando hacia el lugar donde se supone que debería de estar Evan, sentado, tomando clase al igual que todos. En realidad no estoy poniendo atención a lo que dice el profesor y tendrá repercusiones futuras para mis calificaciones. Sigo pensando en lo que pasó ayer, en sí lo que hice fue lo correcto, no estoy enojada en lo absoluto, si bien ayer sentí miedo, ahora ya no. Ese miedo desapareció cuando comí una gran hamburguesa con mi madre, ayer por la noche, como cena.

Me preguntó dónde se encuentra, el no entrar a clases le afectará igualmente o peor que a mí que no estoy poniendo atención, vaya, básicamente es lo mismo. Así que para ayudarlo y ayudarme a mí al mismo tiempo, decidí poner atención para sacar provecho de la clase y de las horas que no duermo por estar aquí.

Las clases pasaron y ningún rastro de Evan por él aula.

Comienzo a sentirme culpable por dejarlo así ayer, después de escuchar las palabras que aquella persona le gritó dentro de su casa, no debí dejarlo solo, debí luchar un poco contra mi miedo por no irme, pero no hice nada, ni siquiera lo intenté. No obstante, tampoco puedo descartar la idea de que algo peor me hubiera ocurrido si no huía de ahí.
Al salir de clases decidí buscar a Evan, entré a la cafetería y no lo encontré, busqué en todos los salones y tampoco hay rastro de él, fui al estacionamiento y no está. Mi última opción son las canchas, me dirigí hacia allá y me alegré de verlo. Al sentirme, tomó sus cosas y comenzó a caminar al lado contrario, evidentemente no quiere mi presencia aquí. Comencé a correr para alcanzarlo, se detuvo en seco al escuchar que grité su nombre y lo tomé del hombro para poder girarlo hacia mí.

— ¿Qué quieres? —soltó en el tono frío de siempre y se giró para quedar frente a mí.

— Amm... quería saber cómo estás. —titubeé.

— Estoy bien, ya puedes irte.

— ¿Por qué no entraste a clases? —añadí.

— Porque no quise. —dijo con obviedad.

— Sabes que te afectará, ¿verdad?

— Y a ti también, así que ya vete porque no llegarás a tiempo.

— Ya no tengo más por hoy. —mentí, la realidad es que me sobran dos asignaturas más.

— Bien, entonces vete a casa.

— No quiero.

Soltó una risa arrogante mientras mordía su labio, puso sus ojos en mí recorriendo cada parte de mi rostro, no pude evitar sonrojarme por esa escena. Agaché mi cabeza hacia mis zapatos mientras ponía un mechón de mi cabello detrás de mi oreja para tratar de ocultar mis mejillas sonrojadas.

— A-ayer mencionaste que querías que te ayudara con algo —mi voz tiembla y aún no puedo alzar mi mirada—, ¿qué era? —me digné a mirarlo topándome con una sonrisa muy linda y a la vez con un poco de arrogancia, dejándome contemplar sus perfectos dientes blancos y derechos. Mis mejillas las cuales ya habían regresado a su estado normal, ahora se volvieron a pintar de rojo.

A las estrellas | Sin corregirDonde viven las historias. Descúbrelo ahora