Calor, árboles y lluvia

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No ha llovido desde el primer día.

Kyungsoo miró por la gran ventana de la cabaña, hacia las millas y millas de árboles. Ahora que puede verlos mejor, nota que hay una mezcla de varios tipos, todos diferentes a los que estuvo acostumbrado en casa. Hay algunos árboles con troncos altos y gruesos, otros tienen troncos estrechos que llegan a lo alto del cielo, algunos son más cortos con pequeñas hojas en ramitas diminutas que se extienden de un lado a otro, mientras que otros tienen ramas tan numerosas que se despliegan y cuelgan casi hasta el suelo.

Sin embargo, su mente era un torbellino de pensamientos confusos, sintiendo unas irremediables ganas de romper a reír y llorar.

¿Su sacrificio había valido la pena? ¿Los guardianes habían ganado?

¿Podrían restaurar el corazón del Árbol de la Vida?

Y lo más importante:

¿Cuánto tiempo tuvo que haber pasado para que Jongin ya no lo recordara?

Que hubiera acertado en estar en el mismo planeta que su pareja había sido una bendición, pero no dejaba de doler el hecho de que había sido olvidado. No sabía qué tan grande era la posibilidad de volver a ser recordado, puesto que nunca antes alguien había tenido las agallas de sacrificarse como Kyungsoo.

También estaba el hecho de que Kyungsoo realmente había logrado teletransportarse a través del espacio-tiempo. Si él no hubiera tomado ese poder antes...

Era un potencial que le había arrebatado a Jongin.

Cerró los ojos y suspiró.

"MAMA, seguiré confiando en ti".

Su poder es muy débil, chisporrotea en la punta de sus dedos, con un tartamudeo estático. Ha intentado copiar el lenguaje humano que Jongin aprendió, presionando su palma en la mejilla del más alto, tratando con todas sus fuerzas de filtrar palabras y significados a través de su piel.

Lo intentó, pero no pudo.

Las orejas de Kyungsoo se enrojecieron, recordando la cara roja de su alma gemela bajo su toque, el rubor cubriendo sus mejillas. Mira hacia el otro lado de la cabaña, donde Jongin está parado actualmente, preparando el desayuno, un manjar de la Tierra que él llama "ramen".

Jongin había sido una fuente de calor. Había curado sus heridas, aún sin recordar quién era realmente.

Kyungsoo podía entender fragmentos del lenguaje de la Tierra, palabras sueltas que había leído en sus libros, palabras que reconocía pero que no podía juntar. Jongin había sido paciente con él, a pesar de la incapacidad de Kyungsoo para comunicarse. Se había quedado a su lado, ayudándolo con su ropa, suave y cuidadoso, con tacto cálido y reconfortante.

También se había alejado cuando era necesario, como cuando Kyungsoo se quitó los pantalones y un polvo rosado apareció en sus mejillas, del mismo color que las de Kyungsoo.

Esa noche, Kyungsoo le había pedido a Jongin que se quedara con él.

Jongin había estado de acuerdo, entendiendo de inmediato el significado de Kyungsoo cuando señaló el espacio a su lado en la cama. Y cuando se dispusieron a pasar la noche, con las manos de Jongin inconscientemente alrededor de él, con su piel cálida contra la de Kyungsoo, éste entendió que, aunque la mente de Jongin no lo recordara, su corazón aún lo hacía.

Aún había esperanza.

Kyungsoo miró a Jongin al otro lado de la habitación: su espalda y hombros anchos como lo recordaba, los brazos largos moviéndose sobre la encimera, revolviendo el caldo que a Kyungsoo le ha gustado.

Lluvia de verano » KaiSooDonde viven las historias. Descúbrelo ahora