━━━━━━━━━━━━━━━━
Capítulo 5. Catarsis
━━━━━━━━━━━━━━━━El sol brillante me cegaba mientras esperaba junto a la enorme fuente de la plaza central de la Zona Sur. Poco a poco, el frío se iba marchando, y el calor primaveral se abría paso, a la vez que decoraba todo con decenas de colores vivos. La gente se agrupaba en torno a las pequeñas tiendas y conversaban animadamente. Había tanta felicidad en el ambiente que, más de una vez, pensé que estaba soñando y que pronto despertaría.
—¿Estás lista? —preguntó Seth, sacándome de mi ensoñación.
Había accedido a acompañarme en mi viaje al Norte, a buscar a los Revolucionarios. No conocía la razón por la cual accedió casi al instante, pero estaba feliz por no tener que ir sola. Dejé caer varias veces que también se podía unir. Que podía intentarlo, al menos. Pero su respuesta era siempre la misma: un rotundo no.
—Claro. ¿Lo estás tú?
—Siempre —me dio una sonrisa fugaz y me arrebató su maleta de cuero desgastado de las manos, subiéndola al carruaje que nos llevaría durante el largo trayecto.
Debíamos atravesar toda la Zona Sur y la Zona Oeste para llegar a nuestro destino. Seth propuso la Zona Este, ya que, según él, era menos problemática y también estaba más cerca, por lo que llegaríamos antes, pero me negué en rotundo. No podía correr el riesgo. Además, tenía ganas de volver a ver mi casa. Mi verdadera casa.
[...]
—Amery... Amery, ¿estás despierta?
—¿Huh? —murmuré, saliendo de mi trance.
Seth dudó durante instantes antes de dirigirse a mí. Parecía... ¿Nervioso?
—Cuéntame algo de ti... Merezco saber algo, ¿no crees?
Me enderecé en mi asiento y le miré a los ojos, intentando descifrar las intenciones detrás de su petición.
—¿Algo como qué?
—¿Cómo perdiste la visión en ese ojo?
Suspiré, algo tensa. Sabía que ese momento iba a llegar tarde o temprano.
—Fue en mi Gran Ceremonia. Hace tres años...
El centinela, al ver que por mi cara corría sangre se asustó. Yo también lo hice. No sabía cómo reaccionar, y la ansiedad comenzó a apoderarse de mí.
Intentó sacar el anillo, pero parecía que se había encariñado con mi ojo. Tras varios intentos, consiguió hacerlo, y la sangre empezó a fluir más deprisa que antes, acompañada de un dolor intenso.
Empecé a marearme al ver tanta sangre, pero fue el hecho de no poder ver por el ojo herido el que hizo que gritase de una forma desgarradora.
Aquel grito. Un grito tan lleno de dolor y miedo... Un grito tan fuerte que me dejó débil...
Un grito que hizo que todos se arrodillaran, tapándose los oídos.
—¡Qué alguien la detenga!¡Haced que se calle! —exclamó un señor de entre la multitud.
Las casas empezaron a temblar, junto al suelo, mientras mi grito aumentaba su intensidad.
De repente, un duro objeto golpeó mi cabeza, haciendo que todo se tornase negro. Había perdido la conciencia.
El silencio que recibí por parte de Seth hizo que soltase una risita.
—No pasa nada. Está todo superado. Es cierto que echo de menos poder ver las cosas como antes, pero agradezco todos los días no haber perdido la visión por completo -sonreí, ignorando la sensación que embargó mi pecho.
ESTÁS LEYENDO
Hijos de Caín: La Caída del Edén
Fantasi« Yo, Morrigan, prometo que voy a sembrar caos hasta llegar al Edén, y haré del paraíso un infierno. » Portada hecha por @Alexacenteno01