CAPITULO 3

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Los meses pasaban y el ambiente en la escuela comenzaba a volverse asfixiante. Sus clases de oclumancia con Potter habían resultado, tal y como había previsto un desastre. Umbridge estaba peligrosamente cerca de hacerse con el control total de la escuela y los castigos no habían hecho sino empeorar. La crueldad de esa mujer no tenia limites y el ministerio parecía aprobar cada una de sus actuaciones. Había agotado sus reservas de veritaserum interrogando estúpidamente a alumnos que no sabían absolutamente nada, y cuando había interrogado a los que si sabían algo, él mismo había sustituido la poción por un tónico para los nervios a petición de Dumbledore. No dejaba de sorprenderse de lo estúpida que era esa mujer, aunque, siendo honestos, el era un maestro interpretando su papel.

Los maestros de Hogwarts, habían creado una especie de red protectora para los alumnos mas afectados por la crueldad de esa mujer en la que, incluso el participaba. Nunca esos zoquetes habían pasado tanto tiempo libre en la biblioteca y dentro de sus salas comunes como ese curso. Mientras tanto, él tenía que soportar las esporádicas pero tediosas reuniones de la orden del Fénix. Detestaba tener que ver a Black y a Lupin. No habían cambiado en absoluto. Seguían siendo los mismos inútiles pretenciosos que eran veinte años atrás. Black no perdía la oportunidad de hacerle sentir como si tuviese 16 años de nuevo, pero el, ya no era ese chico. En esos años, había pasado por el toda una vida de sufrimiento. Nada de lo que pudiese decirle ese chucho sarnoso podía afectarle.

Al girar en el pasillo, vio una mancha rosa y difusa a unos metros. Iba a darse la vuelta para evitarla cuando vio a alguien más con ella. No debería haber alumnos fuera de la cama a esas horas con el nuevo toque de queda impuesto por Umbridge

-¿y de donde se supone que vienen a estas horas?

-De los invernaderos profesora. La profesora Sprout nos está ayudando con un proyecto, y debíamos recoger una planta justo al atardecer para que...- Ese idiota de Longbottom no iba a aprender a tener la boca cerrada jamás

-Bien. Eso no es relevante. Ambos están castigados. Esta prohibido salir del castillo después de las 7, ya lo saben y "recoger plantas" no es un motivo de exención.

-Pero profesora, teníamos permiso. Puede preguntarle a la profesora Sprout. Ella le dirá...

Snape estaba lo suficientemente cerca como para ver la mano de Umbridge alzándose en un gesto de silencio

-Es suficiente. Parece que usted, señorita Granger, es especialmente impermeable a los castigos. Me temo que, deberemos probar otra cosa que le haga retener mejor algunos conocimientos.

Hermione se encogió ligeramente, pero un segundo después, apretó los puños y alzó el rostro desafiante. Eso desconcertó a la profesora, que la observó como si fuese un curioso insecto.

-La quiero en mi despacho después de la cena

-Me temo, profesora Umbridge, que eso es imposible -Snape habló justo antes de que la chica abriese la boca – La señorita Granger ya tiene una detención.

-Mañana entonces

-Durante todo el mes -Añadió arrastrando las palabras

Ambos profesores se estudiaron en silencio. Desafiándose. Umbridge parecía muy pequeña al lado del siniestro e imponente profesor de pociones, pero había algo en esa mujer que provocaba mucho más miedo que Snape.

-Parece profesor Snape, que siempre está listo para interceder por esta... alumna -dijo con una sonrisa. La satisfacción que le produjo la ligera reacción del hombre fue más que suficiente.

TODO GRISDonde viven las historias. Descúbrelo ahora