¡Sal conmigo, Sasuke! ⠸𝔰𝔞𝔰𝔲𝔫𝔞𝔯𝔲

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– Por favooooooor. – insistió el rubio.

– No. – negó mientras trataba de soltarse del agarre del menor.

Naruto estaba en el suelo aferrándose con ambos brazos a la pierna del azabache como si su vida dependiera de ello.

Los estudiantes que se encontraban merodeando por ahí, los miraban de forma extraña, algunos con diversión y otros con disgusto.

Incluso el profesor de literatura veía la escena que esos dos estaban montando. Kakashi tenia en sus manos un libro naranja, el cual releía por tercera vez. Kakashi no pude evitar sentir ternura y diversión por la escena de ambos chicos.   

– Solo una hora. – continuo rogando el chico.

 – No pienso desperdiciar una hora en ti. – soltó molesto.  

No quería ser tan borde, ni hacer llorar al menor, pero en esos momentos realmente se sentía frustrado y enojado por haber sido regañado por su profesor de química.

Al de marquitas se le estrujó el corazón luego de oír palabras tan hirientes, pero el era Naruto Ukumaki y no se rendiría. Le valía poroto y medio si hacía el ridículo, no si con eso lograba ganar tantito del amor de Sasuke.

Incluso estaba dispuesto a revivir a Madara, para que este le ayude a conquistar al chico gruñón.

– No es tan malo pasar tiempo conmigo. – hizo un mohín. Él sólo quería ir por un helado en compañía del gato gruñón. 

– Tengo cosas que hacer, Uzumaki. – dijo muy cortante. No era mentira, pero aunque estuviese libre, no saldría a ningún lado con ese chico por la sola cuestión de que no quería crearle ilusiones al rubio.

El rubio era lindo, si, pero la universidad no le daba tiempo para siquiera pensar en tener pareja, además, sentía que el lindo rubio solo estaba obsesionado con su persona. 

Sasuke continuo jalando su pierna para poder sacarla de las garras de ese monstruo acosador. Tenia sueño y sus ojos pesaban, solo quería llegar a casa y dormir.

– ¡Suelta mi pierna! – demandó, fulminándolo con la mirada.

– No, hasta que aceptes salir conmigo. – le sonrió mirándolo desde abajo.

El lindo rubio se aferro un poco más a la pierna del mayor, haciendo su agarre más fuerte.

– ¡NARUTO! – gritó desesperado. Su paciencia tenia un limite y sentía que estaba muy cerca. Incluso estuvo a punto de llorar por la frustración.

Los lindos ojos azules del contrario se iluminaron con un brillo singular. Abrió la boca sorprendido y jadeó.

– ¡Oh, por el dios del ramen! – exclamó a punto de estallar por la emoción del momento. – ¡Sabes mi nombre!

Sasuke frunció el ceño. Ese rubio si que estaba desquiciado. ¿Por que le alegraba tanto que supiera su nombre?

– Necesitas un psicólogo.– recomendó – si quieres te doy el número de uno. 

Pero a Naruto Uzumaki no le importaba la recomendación de su contrario. Estaba eufórico, quería brincar por todos lados y gritarle al mundo entero que Sasuke Uchiha sabia su nombre.

No podía terminar de creer que ese maravilloso hombre de ojos ónix supiera algo de él, y aunque supiera solo su nombres, para el rubio ese ya era el mayor logro.

Ahora más que nunca estaba motivado y seguro de que Sasuke Uchiha caería a sus pies.

Incluso, por un momento se detuvo a pensar en su futuro. Se casaría con Sasuke, vivirían juntos, adoptarían cinco niños, un cuervo, un zorrito, un pez y dos gatos; caminarían por el parque comiendo helado mientras reían al recordar como fue que Naruto lo enamoró. 

Comenzó a fantasear con muchos escenarios diferentes, en donde se casaba con Sasuke y todos le tenían envidia por haber enamorado al pelinegro. 

Naruto era muy soñador e inocente...a veces un poco despistado.

Sasuke sintió como el agarre del menor se debilito y aprovecho para poder huir lejos de su pequeño – no tan pequeño– acosador, corriendo lejos del muy lejos.

El rubio quedó sentado en el suelo sin ser consciente de que el amor de su vida huyó. No podía pensar en otra cosa que no fuera su futuro, en donde Sasuke y él eran los protagonistas.  

– Yo sé que te enamoraras de mí, Sasuke. – susurró para si mismo – Solo espero que no lo hagas muy tarde.

Tocó su pecho con sus manos sonriendo a la nada, aún feliz por saber que el chico a quien quería sabia su nombre.