—Treinta y siete, treinta y ocho, treinta y nueve... ¡Triple puntuación!
Eggman tocó una corneta que despertó hasta las neuronas de Sonic, que cayeron en la mañana debido a un acertijo que el zorro creyó conveniente decir en medio del éxtasis, y los pensamientos sobre tener un bebé con Tails, que murieron el día anterior.
—¡Ja, ja! ¡He vuelto a ganar! —exclamó el doctor orgulloso de sí mismo. El erizo lo tomó como el final de su tortura y el comienzo de una larga noche para abrazar las colas de su mejor amigo.
—Genial —comentó en medio de un bostezo—. Vaya, qué tarde es, hora de hacer bebés, Tails...
—Prefiero ir a dormir —murmuró el vulpino.
—Ahora no —interrumpió Eggman—. Una partidita más: ¡los buenos compañeros se divierten!
—Me encanta divertirme —declaró Sonic—. Y más cuando Tails está debajo de mí, pero... —Giró hacia los robots del doctor—. ¿No están cansados? ¿Orbot? ¿Cubot?
—Son robots, ellos no se cansan porque no tienen alma —explicó Robotnik.
—¡Hey! —se quejó Orbot.
—Tiene razón —Estuvo de acuerdo su compañero—. Y quién podría dormir luego de lo que pasó ayer y esta mañana...
—Da igual, prefiero tener una noche tranquila solo y en mi choza a estar un minuto más con todos ustedes.
—¡Espera! No te... ¿Todos nosotros?
Por simple estupidez, Sonic notó tres minutos después que incluyó a Tails en ese grupo.
Eggman 3 minutos antes:
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