Llegaba tarde.
Debía haber estado hace más de una hora en la cafetería, pero el día en especial no parecía cooperar con ella. Había un cielo profundamente oscuro regocijándose sobre su cabeza, espesas nubes cargadas con agua amenazaban con empapar la ciudad en cualquier minuto. Lily solo esperaba que para ese entonces ella ya estuviera en la calidez de la cafetería.
No era su primer día en el café de su abuela. En realidad, el pequeño local había sido su lugar favorito para pasar los días desde pequeña, incluso ayudando de vez en cuando a su abuela y a su pupila, Rachel. Pero este era su primer día trabajando oficialmente en la cafetería.
A un año de su graduación, y sin ninguna carrera que la hiciera sentirse cómoda con su exuberante figura, su abuela le había propuesto trabajar con ella en la cafetería. Lily no podía contener su entusiasmo ante la idea, y aunque ese entonces pasó hace unos días, la emoción seguía perpetua en ella.
Terriblemente torpe, vergonzosa y cinco tallas más grande de lo normal, Lily estaba feliz de solo ser una persona detrás de la barra de un café, sin llamar mucho la atención, porque era lo que siempre solía pasar. A la gente le encantaba mirarla, detalladamente al exceso de piel que la envolvía, y a Lily le molestaba ser observada.
Pero en la cafetería eso no pasaba, ahí la gente venía a concentrarse en sus propios asuntos.
Una primera gota cayó en la coronilla de su melena roja, y luego otra seguida por más. Le quedaban aún un par de cuadras por recorrer, pero la lluvia comenzaba a convertirse en una pesada cortina, bloqueándole la vista con facilidad.
Era cuestión de segundos antes de que tropezara con algo o alguien. El sonido de un quejido le hizo saber que la colisión había sido contra una persona.
- ¡Lo siento! – Sus palabras apenas se escucharon por la lluvia.
Pudo haberse quedado a ayudar a la persona, después de todo sabía que la peor parte se la había llevado él por tropezar con el mayor peso, pero su prioridad era llegar a la cafetería lo más pronto posible.
Dedicando una última disculpa a la persona en el suelo, Lily se levantó de un saltó y continuó en su carrera contra la lluvia.
No fue hasta que escuchó sonar la campanilla de bienvenida del café que sintió su estrés bajar precipitadamente. Soltando un suspiro se percató que una figura la esperaba.
Rachel alzó los brazos en señal de celebración al ver que la pelirroja entraba al local.
- ¡Al fin! – Exclamó la rubia desde su asiento sobre la barra – Ya era hora de que alguien llegara a acabar con este aburrimiento, ¡No hay nada que hacer!
Y tenía razón. La lluvia había ahuyentado a la clientela habitual, las numerosas mesas que decoraban la estancia estaban vacías, los tarros llenos de utensilios de artes estaban intactos sobre la superficie de cada una.
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Trazos Azules
Teen FictionPeter ve en Lily lo que ella no ve en su cuerpo: El arte que expresa, en cada curva y con esos kilos de más que ella odia. Durante dos años, Peter no ha podido parar de dibujarla, yendo cada día sin falta a la cafetería donde trabaja, aprovechando...