Presagio de Mala Suerte (Parte I)

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AVISO: Esta historia contiene escenas de violencia y contenido sensible, así que pido discreción. Gracias

La historia es laaaaarga, así que disfruten ;v

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一 ¡Cielo, ven rápido, no haremos que el pintor espere! 一avisó la loba de pelaje azul claro y ojos verdes desde las escaleras de su lujosa y enorme casa. Lucía un vestido rosa y rojo muy elegante y pomposo.

一 Ya voy, mamá 一contestó el niño de 4 años, agradeciendo de forma tierna a su nana cuando le terminó de poner su corbatín. Bajó con cuidado las escaleras, y sonrió al encontrar a su madre.

Su pelaje blanco con matices plateados, peculiar entre su familia, muy suave y con un cabello corto y desordenado, lo hacían ver adorable. Sus ojitos verdes claros reflejaban inocencia y pureza, mezclada con su personalidad ávida. Y esa ropita elegante le quedaba muy bien, acorde al status de su familia.

一 Nathan, mi pequeño 一la mayor abrazó al pequeño, y luego lo tomó de su manita一, te ves increíble. Digno del futuro heredero de la fortuna de esta familia 一sonrió.

El pequeño lobo sonrió y siguió a su madre hacia una sala especial donde estaba su padre, un lobo mayor con pelaje gris y ojos verdes menta, que vestía un traje de paño muy fino. Este hablaba con el pintor, y luego fue a tomar asiento junto a su esposa e hijo.

一 Bien, Nathan. Nos van a retratar, así que muestra tu mejor sonrisa 一comentó el mayor e hizo cosquillas a su niño, quien empezó a reír.

Después de acomodarse, el pintor comenzó su trabajo y los retrató, como a todas las familias adineradas de la época.

Los esposos Landon y Clarise, junto con su hijo único Nathan, eran una de las familias más reconocidas y adineradas de su pequeño pueblo, y se consideraban bendecidos por su hijo, pues la loba no podía quedar embarazada, y cuando lo logró y el bebé nació con ese pelaje albino tan singular, supieron que era especial.

Era curioso por el mundo, y aprendía muy rápido. Tomaba clases privadas de piano, y siempre que aprendía una nueva pieza y la tocaba para sus padres, hacía que unas cuantas lágrimas de felicidad se derramaran por él. También le gustaba leer y le gustaba cuando su madre le contaba historias antes de dormir.

Una mañana, cuando despertó y fue con su madre, esta le propuso que jugaran un poco con los aviones de juguete que tenía. En medio de las risas y la tranquilidad, Clarise vio a su pequeño detenerse y quedarse viéndola fijamente, con sus ojitos brillando ligeramente. Luego le dijo que veía a un señor cerca de ella, uno con sombrero; al mencionar que este señor le decía a Nathan que su madre lo había olvidado y había dejado de pedir por su descanso, ella quedó sin palabras.

El albino no expresaba nada en su rostro, y ese brillo se había desvanecido en sus iris. Pero ahora miraba curioso la expresión de su madre, que era de miedo.

Reconocía que se estaba refiriendo a su abuelo, que murió cuando ella era adolescente, y por ello hace mucho que había dejado de pensar en él.

Rápidamente se dio la vuelta, pero no vio absolutamente nada. Su corazón latía muy rápido y le sudaban las palmas de las manos. Después de ese susto tan horrible, solo reprendió al niño y le dijo que no hablara sobre esas cosas sin sentido, que solo la alteraban. Esto dejó al niño sintiéndose mal, pues él no tenía malas intenciones, y solo decía lo que veía.

A pesar de haber sido regañado, el niño olvidaba con frecuencia que no podía hablar de nada de eso. Y empezó a ver más sombras, figuras en el día y en la noche. Como todavía no comprendía bien quiénes eran esos extraños, tendía a decirles a los adultos que unos sujetos con ropa antigua andaban persiguiéndolo.

El Libro de mis Oc'sDonde viven las historias. Descúbrelo ahora