El Libro de mis Oc's

Mitología de Anima (III) - Epílogo

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Años después

Desde sus aposentos en el Domum, Iyad contemplaba silencioso e inexpresivo la lluvia que caía sobre el reino, el cual había logrado recuperarse después de aquel desastre.

Entonces escuchó la puerta abrirse, y vio a su hermana Ayron entrar y acercarse a él. Era la primera vez que uno de sus hermanos lo visitaba después de haberse encerrado por aquel incidente. Lo incomodaba el silencio que hubo al principio entre ellos, así que decidió hablar, decaído.

— Mira, si fue por lo de ese día, yo-

— No vine por eso... Vine porque no quiero que sigas viviendo este dolor tú solo. Ya pasaste mucho tiempo encerrado aquí, e imagino que en tus propios pensamientos también —respondió ella, mirando hacia la lluvia igualmente.

— Ninguno de ustedes tiene la obligación de vivirlo conmigo, de todas formas —continuó el híbrido, con amargura en la voz—. No después de lo que hice.

Ayron no dijo nada, solo esperó un momento y así, procedió a abrazarlo suavemente.
Este abrazo pronto reveló el nudo de dolor y emociones conflictivas que el joven dios de la magia había estado suprimiendo, incluso después de tanto tiempo. No pudo más y empezó a llorar desconsoladamente en los brazos de su hermana mayor.

Así, Iyad pasó siglos procesando su duelo. Le dolía haber amado tanto a Ada, pues nunca llegó a expresarlo formalmente... Tampoco pudo salvarla a pesar de que lo intentó.

Ni siquiera pudo evitar su sufrimiento en su muerte.

Esta es, pues, la historia de un príncipe en luto por esa amada que no pudo quedarse a su lado; sobre todo, es la historia de un dios que, con su venganza despiadada en el nombre de su amante que nunca llegó a ser, estremeció a ambos mundos por igual.

¿Qué tan cruel puede llegar a ser el amor, qué tan intenso, qué tan perverso, como para hacer que hasta el más templado de los guerreros o hasta el más sabio de los príncipes tiemble hasta perder su cordura?

Supongo que eso nadie nunca lo sabrá con exactitud.

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