Uchiha chef

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Uchiha Madara poseía muchas habilidades, mas el cocinar no era una de ellas.

Esto no le había causado problemas en el pasado. Desde niño hasta adolescente no tuvo la necesidad de aprender, puesto que era su madre quien se encargaba de la cocina. Cada mañana preparaba su obento para que pudiese llevarlo a la escuela, y en aquellas fechas especiales, lo sorprendía con su plato favorito: inarizushi. Madara recordaba los almuerzos y cenas en familia con mucha alegría, todos riendo y compartiendo sus experiencias de la escuela o el trabajo.

Pero aquellos días habían quedado atrás. Desde hacía cuatro años que dejó su ciudad natal para estudiar en la Universidad de Tokio. El vivir solo significaba una experiencia totalmente diferente, lejos de sus amigos y su familia, debió asumir nuevas responsabilidades. La mayoría de labores domésticas no le causaban mayor problema...mas la cocina seguía siendo su dolor de cabeza. Asimismo, la universidad demandaba gran parte de su tiempo, por lo que al ver que no obtenía mejores resultados, se rindió totalmente y almorzaba siempre fuera de casa.

En realidad, había logrado adaptarse a aquella rutina: levantarse temprano, salir a la universidad, almorzar en la cafetería, ir a trabajar (consiguió un trabajo de medio tiempo en una librería) y finalmente volver a casa. Sus cenas solían ser ramen instantáneo o algún otro alimento envasado que no represente mayor esfuerzo o complicaciones. Sabía que no era la cena más nutritiva, pero tampoco era desagradable. Era un joven independiente, con buenas calificaciones y un trabajo que le permitía solventar sus gastos, por lo que el no saber cocinar no representaba más que una pequeña incomodidad...hasta aquella noche.

-¿En verdad esta bien esto como regalo? -preguntó Madara, frustrado.

-Sí, eso es perfecto- respondió Hashirama mientras seguía jugando en la consola que estaba conectada a la pantalla de 65 pulgadas.

-Pero hay muchas otras cosas que podría regalarle. ¿Por qué tiene que ser precisamente esto?-

-Eso es lo que a tobi le gusta. ¿No haz escuchado la frase el camino al corazón de alguien es por su estomago?- respondió Hashirama, mirando fijamente a la pantalla mientras apuntaba a un enemigo- Si le haces eso seguro podrás llamar su atención-

-Pero, Hashirama... -continuó Madara.

- ¡Quiero verlos juntos Mads! ¡Quiero ver que después de todo este tiempo puedas decirle más que un insulto! Desde hace tiempo quiero que mi hermano sea feliz no importa su orientación...y por lo que he notado tu también lo quieres- dijo Hashirama, mirando hacia su lado. Ya había sido asesinado de todos modos.

Madara no sabía qué responder.

Desde hacía dos años que habían empezado a ir a la universidad había tenido la oportunidad de conocer a "abraza árboles Hashirama", no negaría que en un principio había considerado necesario cambiar de universidad o carrera para no seguir siendo acosado por el palo largo que tenia ahora por amigo. Durante aquel tiempo, había considerado que su amigo era hijo único y vamos, cualquier que hubiera tenido la oportunidad de haber convivido con él pudo haber llegado a la misma conclusión. Hashirama vivía relativamente solo en un apartamento fuera de la universidad, invitaba a salir a la primera persona que se le atravesara en la cara a comer o pasear la mayor parte del tiempo, eran escasas las veces que ponía pretexto a alguna quedada que se realizaba, Madara incluso creía que Hashirama había sufrido de falta de atención en su niñez y por eso era el motivo de su comportamiento, pero resulto que la verdad estaba muy alejada de lo que creía, bueno, no tanto Hashirama si había sufrido de falta de atención de parte de su padre durante sus primeros años de vida en Tokio, él hombre se había vuelto tan adicto al trabajo en ese momento que no había notado como uno de sus hijos n o había salido tan normal como se esperaba.

One shots MadatobiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora