Besos de despedida

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Se desliza en la casa bajo la cubierta de la oscuridad, con la intención de prepararse e irse antes de que Madara se despertara, aunque todavía estaba muy temprano así que era seguro que estuviera durmiendo, sin duda no se daría cuenta de que había estado ahí.

Qué pensamiento más erróneo había tenido.

- ¿Qué carajo estás haciendo, Senju? -

El sonido de la voz de su amante sale de la nada, y Tobirama maldice bajo su aliento mientras gira alrededor. El chakra de Madara había estado durmiendo en su dormitorio ni siquiera un segundo antes, pero cuando mira hacia arriba, su Uchiha está de pie en la puerta, con sus ojos oscuros brillando en la débil luz de la luna de invierno mientras toca sus dedos contra esos preciosos bíceps.

-No quise despertarte- murmura Tobirama, de pie para saludar a su bastardo favorito. - estabas durmiendo, ¿no? -

Sin decir nada Madara abre sus brazos, dándole la señar para que él pueda meterse entre ellos, en el calor de su control, los músculos que se vuelven relajados y la tensión sangrando por los hombros mientras es capaz de enterrar su cara en la garganta de Madara, le reconfortan más de lo que siemore termina esperando, baja su cabeza y se esconde bajo el velo negro de su cabello, sin duda la mejor posición que ha encontrado siempre.

-No. Hashirama te dijo que te quedaras después de la reunión por una razón, y pensé que podría llevar a algo como esto. Te ha dado un trabajo, ¿no? -

Tobirama asiente con la cabeza sin palabras, Los pequeños murmullos sacados por la otra persona le saca una pequeña sonrisa, pero aun así no sale de su escondite.

-Bastardo- dice Madara, pero la afición se filtra a través de la amarga mordida de su tono.

-No sabía que teníamos una fecha planeada- le recuerda suavemente. -No lo sabía, y esto es importante. Ni siquiera debería tomar tanto tiempo

Madara bufo, pero no hay ofensa en su firma de chakra, sigue siendo un oro fundido brillante, su energía se mezcla suavemente con el propio Tobirama, la fluctuación dar-y-tomar de sus bobinas de chakra es familiar y reconfortante. -Lo que no. Sabías es que ambos nos estábamos tomando este fin de semana libre, y habría sido bueno si hubiera respetado eso. -

Tobirama se separa lo suficiente para que vea el puchero de Madara, y le dio ternura ver enrojecer su mejilla, además del toque extra que le da las largas ondas oscuras enredando de cabello. -Lo habría hecho- estaba de acuerdo, con eso -pero ¿cuándo algo en nuestras vidas es siempre agradable o, para el caso, simple? Anija sólo quiere que me asegure de que el Raikage regrese a Kumo de una sola pieza. Ha habido rumores sobre una posible emboscada. -

Tras esas palabras los brazos de Madara se aprietan alrededor de su espalda hasta que su caja torácica comienza a crujir audiblemente en protesta. -... Ten cuidado, estúpido Senju. He puesto mucho esfuerzo en hacerte una mejor persona y me disgustaría si lo desperdicias sólo porque te volviste descuidado-

Sonriendo, tobirama presionando un beso rápido a la esquina de su boca, y se complace más al ver como Madara gira la cabeza para que puedan besarse apropiadamente, lánguidos y amoroso.

Sabían de sobra que ir a una misión fuera de la aldea traía sus riesgos y más aún cuando se buscaba proteger a una persona como el Raikage, pero aun así no debían asustarse, ambos eran shinobis deberían estar acostumbrados a tener la posibilidad de morir en cualquier momento.

Sin embargo, entendía por la preocupación que estaba pasado su pareja, Madara había perdió a dos hermanos en misiones donde su gente preciosa se fue y simplemente nunca regresó. Sabe que no hay certeza en las prisas violentas del mundo en el que viven. Sabe que ninguno de ellos es invencible, que son tan propensos a la muerte como cualquier otro.

One shots MadatobiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora