Omamori

2.4K 188 42
                                    

Desde los inicios de la existencia de los jóvenes de las primeras cosas que se le inculcaba era que ser un shinobi significaba estar listo para morir en cualquier momento, en cualquier lugar o a cualquier edad. La edad no era un inconveniente porque sin importar que hicieran todos para cambiarlo siempre se estaría expuesto a eso. Tobirama fue testigo de esa realidad, vio morir a dos de sus hermanos en el campo de batalla, vio morir a su padre en las manos de su enemigo y vio morir a muchos otros más. Por esa razón era imprescindible que aprendieron a hacerse fuertes desde muy jóvenes. Porque fuerza significaba tener la capacidad de abrir tus ojos un día más y ver a esos seres queridos que aun quedaban.

Fueron muchos años los que tuvieron que pasar para que al menos se dieran las primeras señales de alto al fuego entre dos clanes más poderosos en esos momentos. Fueron muchas reuniones las que se tuvieron que hacer para llegar a un acuerdo, muchas veces en las que no durmió por asegurar que los pactos no afectaran a ningún lado y aunque sus descuidos personales le pasaron factura no mucho después no se arrepentía en lo más mínimo ya que su ayuda fue el empujo que se necesitaba para llegar a lo que tenían. Un lugar donde niños y adultos podían convivir entre ellos sin el miedo potencial de saber que morirán por otros a sus alrededores, por otros que ahora podían llamarse amigos, compañeros, familia. No era hasta después de ver rostro felices caminar por las calles donde el pasaba que se daba cuenta que el sueño que tenia su hermano de pequeño si podían ser posibles. Fue difícil, no lo negaría por un tiempo hacer que todos convivieran en armonía sin sentimientos hostiles creciendo en ellos parecía imposible y atentaba constantemente a su estabilidad, pero no fue hasta que Hashirama dio el primer paso uniéndose con Mito Uzumaki que todos empezaron a relacionarse más entre ellos. Hubo un momento en que las bodas entre personas de distintos clanes se hizo tan común que era posible pasar por cada distrito y ver a las parejas potenciales celebrando por su unión. Ya no había nadie que estuviera solo, niños que lo habían perdido todo volvían a brillar con otros niños, adultos se cortejaban y hasta los ancianos más arraigados a sus temas de odio profundo eran visto cargar comprar para cualquier manualidad que se les podía ocurrir.

Todo era perfecto, y no lo decía solo por lo que lo rodeaba, sino que  a pesar de las constantes luchas que él tenía con su hermano para que cumpliera sus obligaciones, a pesar de que tenia mas trabajo del que estaba acostumbrado a llevar en su clan era feliz con sus apenas cumplidos veinte y dos años había conseguido formar una nueva familia, una que no esperaba que volvería a tener desde su perdida. 

Era normal verlo en los alrededores de la torre Hokage haciendo entregas de misiones, viendo los ingresos de la aldea, los nuevos tratados postulados para los nuevos clanes, persiguiendo a su hermano, persiguiendo a su pareja, evitando a los ancianos y muchas cosas más. Pero hoy, hoy había amanecido en su casa, tranquilo, descansado aunque fuera poco por su maldito habito de estar despierto incluso desde antes que saliera el sol, estaba sentado frente al patio que conectaba con el bosque tomando una tasa de té leyendo un pergamino enviado por su hermano informándole de una misión la cual se le había asignado, si bien no era muy común que uno de los grandes líderes de la aldea saliera, se sabía que él era de los mejores embajadores que se tenía por el momento.

- ¿nueva misión? –Preguntó su pareja quien acababa de abrazarlo por la espalda- ¿Qué sucede? – interrogo al ver el ceño más fruncido de lo normal de su pareja.

Podía verse una persona seria e intimidades según comentaban las demás personas pero solo su circulo familia era los únicos que tenían la oportunidad de admirar los constantes cambios que su rostro pálido podía demostrar cuando la ocasión lo requería y aparentemente sin darse cuenta esta era una de esas. Suponía que su postura debió haberse tensado más de lo normal y su postura recta tampoco creía que demostrara estas tranquilo y aunque trato de mil maneras de cambiar ese habito suyo para no preocupar a nadie con sus problemas, no servia con él Uchiha que tenia como pareja, Uchiha que desde que aprendió a leer cada gesto que hacía no dejaba que se hundiera en la miseria y salir por su propia cuenta. Uchiha que ya vivía con él y que al no encontrar a su pareja en las noches tenia que salir a buscarlo y sacarlo del laboratorio después de posiblemente días de aislamiento solo por querer probar sus experimentos.

One shots MadatobiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora