Gatito juguemos

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Madara no sabía qué esperar cuando llegó a la casa principal de los Senju, sele había permitido salir de su oficina antes de que pudiera echar un vistazo a su papeleo. Además, algunos lamentos y dramas de Hashirama, junto con su puchero, habían hecho que Madara consiguiera su primer día libre desde que fundaron el pueblo, con una sola estipulación: tenía que al menos pasar y ver a su novio, que actualmente tenía la casa para sí mismo, nadie más para detenerse e interrumpirlos como de costumbre.

Posiblemente con eso le esperaba un destino horrible.

Según la norma estipuladas por su amigo cuando Hashirama estaba ausente, la casa debería de permanecer tranquila. En pocas palabras Madara podía entrar, pero sin molestarse en llamar o hacer algo inapropiado. Podía sentir a Tobirama en la sala de estar, Su chakra era vacilando mientras se enfadaba; y por lo que su hermano había explicado, había habido un percance experimento, pero no había sucedido nada demasiado grave. Probablemente se había roto otra pierna, o se quemó las cejas de nuevo.

Sin importa que él tenía un punto a su favor. A Madara le habían dicho que era un excelente besador. Y aunque no fuera alguien que pudiera besar excelente como para derretir a alguien a sus pies, serviría como distracción y la distracción por sí sola probaría que valdría la pena el esfuerzo, sin duda para los dos.

Por supuesto, el beso vendría después de que él diera una conferencia a su amante -por duodécima vez- sobre sus deslucidas medidas de seguridad. Y una buena cantidad de ribbing si algo había pasado era lo suficientemente esponjoso como para frotar en la cara de Tobirama.

Amor o no, hay algunas cosas que Madara no podría transmitir.

- ¡Vete! ¡No entres aquí! -

Madara se detuvo, y cuando se inclinó, en medio de quitarse las sandalias con las manos aun apoyadas en la puerta. Pudo escuchar como Tobirama había silbado prácticamente las palabras, lo que podría significar una de dos cosas: o Madara había hecho algo para enojar realmente al hombre, que estaba casi noventa y nueve por ciento seguro de que no lo había hecho,o...

No trató de detener la sonrisa que tiraba de sus labios e ignorando la advertencia silbada de Tobirama se quitó el calzad y se dirigió directamente hacia él. Lo que hubiera pasado era aparentemente extremadamente vergonzoso, y no había manera de que se fuera ahora.

Cuando entro a la habitación lo primero que noto fue como Tobirama se había acurrucado en una esquina del sofá, Se había lanzado una pequeña manta que cubría su cabeza y las rodillas estaban cerca de su pecho escondidas también por la manta. Él miró como Madara entraba en la habitación con notorio enojo en sus ojos. -Pensé que le había dicho que te fueras. -

-Vamos, Tobirama, no podía irme. Le prometí a Hashirama que vendría a ver cómo estabas. - Su intento de una sonrisa dulce habia fallado completamente al mostrar tanto diente, los ojos rojos del contrario se estrechaban aún más hacia él mientras se apoyaba en la parte posterior del sofá. -Odiaría ser un mal amigo. - agrego buscando de alguna forma lo que se escondía debajo de la manta.

- Me has visto ahora, así que váte. Puedo cuidar de mí mismo. Sus manos presionaron más sobre la manta obviamente para esconder algo, el movimiento le daba curiosidad a los ojos de Madara.

-Entonces, ¿qué hiciste? - Se inclinó más cerca, haciendo una exploración del cuerpo; no había cambios obvios de lo que podía ver, sin duda nada que causara ese bonito rubor sombreado alrededor de sus tatuajes. En lugar de esperar una respuesta, se acercó y le arrebató parte de la manta que cubría su cabeza, pero para nada esperaba lo que había visto.

Si se le hubiera dado mucho tiempo para pensarlo, Madara habría tenido sólo unas pocas conjeturas sobre lo que encontraría allí. Un punto calvo, una decoloración tal vez, se había teñido accidentalmente su cabello de color verde lima sólo unos meses antes. Tal vez una lesión en la cabeza que no quería que nadie se preocupara. Pero incluso si le hubieran dado un buen mes para adivinar, nunca habría adivinado bien.

One shots MadatobiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora