Capítulo 9

233 37 5
                                    

Con la convicción de seguir acercándose a Claudio para ver como avanzaba su amistad, ellos siguieron en contacto e iban viéndose en medida de lo que sus trabajos se lo permitían. Si bien sufrir de amnesia le había provocado a Horacio tener un bajón emocional en su vida, acompañado de que sin Gustabo, se sentía perdido en la vida; en las últimas semanas se sentía revitalizado de nuevo. Día a día se sentía más cómodo con su nuevo rango en la policía, aprendía todo lo que Gregorio le enseñaba y participaba en cada operativo con la ilusión de como si fuera el primero en el que estaba. En general, Horacio estaba mucho más feliz con su vida y era un hecho que cualquiera a su alrededor podía notar.

Suponía que era un hecho a su favor que no tuviera un grupo de amigos que orbitase alrededor de Claudio, porque le permitía ser lo suficientemente egoísta como para quedar siempre a solas y poder disfrutar de su compañía.

Aquel día habían quedado para ir a cenar después de que Claudio terminase de trabajar, mientras que Horacio disfrutaba de su día a casa, esperando a que llegase la hora de bajar al sur. Hacía un rato que ya se había vestido de forma algo especial para la ocasión, pero fue cuando se estaba maquillando que su móvil empezó a sonar desde su habitación. No solía recibir demasiadas llamadas y menos todavía, cuando se vio forzado a cambiar de número por la desaparición de su anterior móvil, así que no se sorprendió al ver el nombre de Claudio mostrarse en la pantalla.

¿Claudio? — Respondió inmediatamente Horacio.

Horacio sé que habíamos quedado más tarde, pero acaba de surgir una emergencia médica en el hospital que tengo que atender y... No sé cuando voy a salir. Creo que será conveniente que lo dejemos para otro día.

Oh... — Fue lo único que alcanzó a decir en alto, pero incluso con aquella breve palabra, Horacio sonaba como si le acabasen de tirar un balde de agua fría por encima.

Lo siento mucho, a mi también me apetecía salir contigo a cenar por ahí. Te aseguro que buscaremos un hueco en los próximos días, ¿sí?

Está bien.

La respuesta de Horacio fue escueta; por una parte, le agradó escuchar con la propia voz de Claudio que él tenía ganas de ir a cenar, porque obviamente a Horacio también le hacía ilusión. Por otro lado, no estaba conforme con aplazar la cena a otro día y mientras que le había dado esa respuesta, en su mente ya estaba maquinando otro plan. Aunque tuviera que esperar largas horas en el hospital, Horacio estaba dispuesto a esperar a que Claudio saliese de trabajar.

Terminó de arreglarse y se despidió de sus mascotas, pidiéndoles que guardasen la casa mientras él estaba fuera. Un taxi le llevó hasta el sur y cada vez, Horacio estaba más seguro que tenía que hacerse con un nuevo vehículo o se arruinaría en pocos días. Se sentía como un príncipe cada vez que conducían para él, pero aunque el salario de inspector jefe fuese mucho mejor que el de cadete, estaba seguro que su mala gestión lo acabaría llevando a la bancarrota.

Esperando en la recepción se encontró varias enfermeras con las que Horacio coincidió mientras estaba haciendo su rehabilitación para poder volver a caminar sin dificultades, lo que ayudó a entretenerse en la recepción del hospital. De esa conversación también supo que, al parecer, había ocurrido un accidente de transito en el centro de la ciudad y Claudio era uno de los médicos que se encontraban ayudando en la sala de cirugías.

Ahí se percataba que no sabía tanto del médico como pensaba, aunque tampoco sabía mucho de medicina en general. Si bien ahora que Claudio vestía con aquel uniforme negro con su nuevo rango de subdirector, ¿en qué consistía exactamente su trabajo? Siempre le había visto atender en consultas, recetar medicinas o comprobar como se encontraban sus pacientes en las habitaciones, pero operar a alguien en un quirófano era algo impresionante. La verdadera definición de "salvar vidas".

Dreams or memories || MuertacioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora