Capítulo 5

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Uno de los factores que más había mantenido a Horacio aislado del mundo exterior había sido la falta de tener a su alcance un teléfono móvil y no podían llamarle exagerado: Hoy en día nadie era capaz de vivir sin uno. La cuestión es que aquel era uno de los objetos con los que Horacio había aparecido tirado en la calle sin llevar encima, al igual que tampoco portaba consigo su documentación personal. Que de sus heridas hubiera requerido una operación quirúrgica daba a entender que quien le había hecho eso a Horacio lo había planeado de antemano.

Cada vez que pensaba en ello, él mismo se asustaba por reflexionar en los pocos datos que sabía en el que había sido encontrado: Arrojado en una cuneta de una carretera, con una bala incrustada en una costilla, desangrándose, medio desnudo y sin su cabellera. Todo olía muy mal y no podía evitar preocuparse porque a día de hoy, Gustabo seguía sin aparecer. Si él estaba en esas condiciones... ¿Cómo podría estar su hermano? Solo podía rezar para que no hubiera terminado en problemas como él.

Obviamente, llegado un punto de aburrimiento supremo entre aquellas cuatro paredes blancas del hospital, Horacio expuso al superintendente su malestar por estar incomunicado y días atrás le había llevado un teléfono celular que por el modelo del que se trataba, asumió que había sacado de la armería de comisaría. Con aquel teléfono, había conseguido sacar fotografías a Pablito y Perla la última vez que los visitaron (y única vez que Horacio recordaba) y no podía parar de mirar constantemente las fotografías como si fuera la primera vez.

A pesar que su molestia inicialmente había sido de estar incomunicado, ahora con un teléfono, ciertamente seguía incomunicado. El único número que tenía guardado era el del súper y Horacio asumió que no habría forma de recuperar los contactos de su último teléfono de forma alguna; después de todo, la gente no iba anotando esas cosas en una libreta, así que definitivamente se habrían perdido en el altercado. Tendría que ir recuperando esos contactos uno a uno, preguntando.

El segundo número en ser guardado en su teléfono, fue el de Claudio.

El médico era probablemente sin lugar a dudas, la persona con la que más interactuaba Horacio desde que había despertado en el hospital, desorientado, sin tener muy claro quien era actualmente por su falta de recuerdos. Al principio había asumido que Claudio era atento con él porque era su médico y porque se venía como aquella persona bonachona que intentaba cuidar de los demás, pero con el paso de los días estaba empezando a asumir que quizás, ese trato era más personal y empezaba a ver al médico como un amigo cercano.

No era extraño que al finalizar su turno, Claudio apareciera a pasar el rato, incluso si eso muchas veces significaba hacerle compañía a Horacio mientras comía porque justamente coincidía en esas horas.

Aquel día, Claudio había finalizado un poco más pronto de lo que Horacio estaba acostumbrado a ver en sus horarios, pero no se quejaba. ¡La compañía siempre se agradecía! Además, se sentía mejor porque Claudio no tuviere que estar viendo cómo comía, porque la comida del hospital solo se servía a los pacientes, no a los acompañantes. Probablemente, Claudio tampoco podía considerarse "acompañante" al ser personal médico.

¡Me emocionó mucho saber que tenía una perrita! Mira que bonita es Perla. — Como no, el tema de conversación principal de Horacio había girado entorno a la visita a sus mascotas y no había podido evitar presentarselas al doctor a través de las fotografías. Como un padre orgulloso de sus hijos. — Eso no significa que quiera menos a Pablito, pero es que no sabía de la existencia de Perla. ¡Me tomó desprevenido!

Claudio escuchó atentamente como Horacio se emocionaba, pero también participó en la conversación de forma activa. Al parecer, Claudio nunca había tenido mascotas, pero si tenía que sincerarse, le daba la impresión de ser una persona más de perros que de gatos. Los gatos quizás eran muy independientes y Horacio coincidió en el punto en el que prefería una mascota como un perro, leal y con el que podías salir a pasear cada día.

Dreams or memories || MuertacioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora