𝟕 𝐡𝐨𝐫𝐚𝐬 || ᴏɴᴇ ᴘɪᴇᴄᴇ ᴠɪɴꜱᴍᴏᴋᴇ ᴡᴇᴇᴋ

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ᔕOᖇᗩ - ᒪIᗰOᑎEᔕ

—¡Mamá, mamá! ¡Mira qué limón tan grande! —exclamó un joven Ichiji con una expresión de asombro. Niji se le unió con una sonrisa de oreja a oreja, apretando su puño en señal de victoria:

—¡Seguro que sacamos un litro de limonada de ahí! No, ¡dos litros! —La madre rio, colocando un mechón de su cabello rubio tras la oreja.

—¡Buen trabajo, chicos! Vamos a hacer una limonada riquísima, ya lo veréis. —La sonrisa de Sora era una de las cosas más puras de este mundo, y lograba apaciguar a las bestias que tenía como hijos y que se comportaran por un momento sin pelearse entre ellos.

Los hermanos Ichiji, Niji y Yonji solían causar problemas por donde pisaban, y  sobre todo disfrutaban de atormentar al pobre Sanji. Por suerte, Reiju, su hermana, no se metía con él. Pero, por desgracia, tampoco se entrometía entre las riñas que sufría el rubio frente al resto de sus hermanos.

Pese a esto, todos parecían haber firmado un acuerdo tácito para, delante de mamá, dejar sus disputas a un lado para verla sonreír. Hacía semanas que estaba enferma, y cada día la cosa iba a peor. Temían el día en que Sora tendría que reposar en cama por su salud, era un miedo que los acongojaba y les encogía el corazón, pero intentaban no expresarlo en su rostro.

—¡Yonji, estás poniendo demasiado azúcar! —advirtió Reiju al peliverde.

—¡Nunca hay demasiado azúcar! —replicó con indignación.

—¡Haz caso a Reiju! Vas a arruinar el sabor de la limonada —Sanji la defendió, y la pelirrosa se cruzó de brazos satisfecha.

—Vamos, chicos, no discutais. —Sora sonrió y dio dos suaves palmadas—. Terminemos de exprimir los limones que quedan, ¿de acuerdo?

Y, sin más dilación, se pusieron a cortar y exprimir los limones con fuerza, tirando la cabeza hacia atrás del susto cuando una gota salía disparada peligrosamente cerca de los ojos.

—Eh, Yonji, mira. —A Niji se le ocurrió una idea. Cogió un gajo de limón sin más zumo y se lo puso en la boca, la piel hacia fuera y sonrió para mostrar su sonrisa de limón. Niji se aguantó la risa y lo imitó.

Con el sigilo propio de los niños cuando planean algo secreto, dieron palmadas en el hombro de sus hermanos para que hicieran lo mismo que ellos con el limón.

—Pff. —Reiju se llevó una mano a la boca para ahogar su risa y también se puso un gajo de limón en la boca, al igual que Ichiji y Sanji.

—¡Mamá, míranos! —gritó Yonji con dificultad para pronunciar, y todos dejaron escapar sus risas. Sora se hizo la sorprendida, girándose y mirando a sus hijos poniendo caras graciosas.

—¡Vaya! ¿Pero qué os ha pasado? —Rio—. ¿Todos tenéis sonrisas de limón? —Se agachó un poco para preguntar, y ellos asintieron con las manos tras su espalda—. Entonces solo falto yo, ¿no? —Se colocó un gajo en la boca y sonrió, haciendo reír a los niños.

Judge escuchó las risas desde la cocina y se asomó, viendo la escena.

—Dios santo —susurró para sí mismo, casi exhalando una risa corta y seca.

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—Niji, pásame el limón —un Ichiji ya mayor pidió a su hermano, listo para exprimirlo y hacer limonada para todos—. ¿Has sacado el azúcar?

—Lo tengo yo. —Yonji apareció por detrás con el recipiente en mano—. ¿Cuántas cucharadas pongo?

—Menos que la cantidad que pusiste aquella vez con mamá —bromeó Reiju con los brazos cruzados, apoyándose en la encimera.

—Ahora me dirás que no te gustó mi limonada especial con extra de azúcar —replicó el peliverde.

—Me la bebí por educación.

—Ya, claro. —Yonji rio y terminó de remover la limonada. Miró a los restos de limones cortados en la mesa—. ¿Recordáis cuando nos pusimos las pieles en la boca para hacer reír a mamá?

—Claro que sí —dijo Ichiji.

—Cómo olvidarlo, tu cara parecía más estúpida que de costumbre, y eso es difícil de conseguir —se burló Niji.
—Pues anda que la tuya —le devolvió Yonji.
—Chicos —Reiju los llamó y, cuando se giraron, la vieron con una sonrisa de limón, a lo que empezaron a reír y la imitaron.

—Hay que tomarnos una foto así —sugirió Ichiji.

—¿Qué has dicho? No se te entiende —intentó pronunciar Yonji, en vano.

—Que hay que robar un moto, creo —tradujo Niji a su manera. Ichiji negó con la cabeza, sacó el teléfono móvil y apuntó a todos.

—¡Sonreid! —hizo el signo de la paz frente al objetivo. Por detrás, en la fotografía, se vio a Judge justo pasando por la puerta.

—Se ha colado en la foto. —Rio Niji.

—Eh, mira, ¿papá está sonriendo? —Reiju señaló la foto.

—Mmm. —Todos se detuvieron a observar la imagen.

—Nah, seguro que él también tenía un gajo de limón en la boca —sentenció Ichiji.

Mi relato favorito de los siete xD