CAPÍTULO 12

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Olivia

Había tenido 2 ataques en menos de una semana, a cada cual más fuerte que el anterior.

Otra vez sentía el mismo dolor corporal, el cansancio y el leve mareo al abrir los ojos, pero esta vez mi despertar fue diferente.

Aquella fría y oscura habitación en la que me había quedado estos días se convirtió en una llena de luz, con ramos de todos los colores posibles dando un toque silvestre y alegre al espacio. También me percaté de que había varios post- it escritos en la pared.

Me incorporé cuidadosamente estando confundida y un rayo cálido y brillante de luz iluminó mi rostro, giré la cabeza para ver de donde procedía y para mi dicha sorpresa me encontré con uno de los paisajes más bonitos que habían presenciado mis ojos.

Esas negras y opacas cortinas estaban recogidas, dejándome ver entonces la hermosa panorámica exótica que habría tras el amplio cristal.

Posé mis descalzos pies lentamente en el suelo sin hacer movimientos bruscos ya que todavía tenía puesta la vía que provenía del portasuero.

Agarré el fino cilindro metálico con ruedas para poder desplazarme y caminé despacio hacia el ventanal.

Rodeé las flores que ocupaban prácticamente todo el suelo hasta que quedé a escasos centímetros del cristal.

El cielo empezaba a tornarse de color naranja por el incipiente amanecer mientras que algunas aves batían sus alas el compás dirigiéndose a su misterioso destino.

La blanca playa tenía toda mi atención. Era el paisaje que destacaba de la vista, su arena resplandecientemente pálida estaba cubierta de conchas y caparazones de tonalidades magenta y lila.

El mar rompía suavemente sus pequeñas olas en la orilla haciendo un eco de paz y relajación. El agua era totalmente cristalina y desde mi posición podía ver algunos incipientes y coloridos arrecifes de coral.

La espuma salada borraba las huellas de la arena, desvaneciendolas en un movimiento sutil y elegante.

La playa estaba protegida por rocosas y blancas piedras alrededor que apartaban los frondosos y altos árboles color verde pino.

Lo más asombroso fue escuchar el canto de los delfines que saltaban haciendo arcos a lo lejos.

Pegué la frente al cristal sintiendo una felicidad enorme que florecia desde mi pecho, esto era maravilloso.

Volteé la cabeza para presenciar la habitación. Había cerca de 20 ramos de flores aproximadamente, cada cual más bonito. Paseé tocando la pared con mis manos para centrarme en la que estaba cubierta de papeles amarillos y azules.

Agarré el que más tuve al alcance y lo leí en voz baja :

"Siempre he considerado la poesía el alimento del amor" -dijo Darcy.

La elegante y delgada letra cursiva que tintaba ese adhesivo papel amarillo hacia referencia a Orgullo y Prejuicio.

Mi sonrisa se ensanchó al recordar a Aidan recitando a Darcy en la biblioteca cuando me arrebató el libro.

Cogí el siguiente y el próximo, así haciendo un extraordinario discurso compuesto con frases célebres del libro y de otros escritores:

«Yo no quería que usted pensara bien de mí, pero usted lo hizo sin yo quererlo»

« Por eso, me esforzaré por apartar de mi cabeza cualquier pensamiento doloroso, y pensaré únicamente en aquello que pueda hacerme feliz: tu amor».

 MALDITA DISTANCIA Donde viven las historias. Descúbrelo ahora