CAPÍTULO 6

1.3K 87 24
                                    

Olivia

Ya me estaba empezando a acostumbrar a dormir con Aidan, a sus brazos que me acercaban a su torso desnudo, el cual desprendía calidez, a su aroma, ese maldito olor que me hacía sentir segura, a sus actos dulces e inocentes y como no, a sus palabras calientes.

Aidan y yo no éramos pareja al fin y al cabo pero desde luego que tampoco éramos amigos, y nunca podríamos serlo. Los dos nos deseábamos de una manera indescriptiblemente inmensa y aunque él no me lo dijera, sabía o esperaba que en el fondo me quisiera como algo más que sexo.

Ya había amanecido y un rayo de sol entraba por la ventana iluminando mi habitación, pasé la mano sobre las sábanas de mi cama todavía con los ojos cerrados buscando al italiano ya que no noté sus brazos rodeándome.

Abrí los ojos perezosamente y eché un vistazo rápido a la habitación - no estaba- la ventana estaba abierta, ¿se había ido?

Sé que Aidan no es el típico chico que hace gestos cariñosos como dormir abrazados con otra persona, él mismo me lo contó la noche de la biblioteca, pero aún así durmió conmigo ese día, y la verdad es que creía que hoy volvería a pasar, pero ya veo que no.

Me levanté molesta de la cama y cogí mi móvil, entré en su chat - ni un mísero mensaje - osea, ayer casi follamos y hoy, encima que se iba sin despedirse no dejaba ni un puto mensaje. Flipo.

Ya veía que no podía esperar mucho de él y obviamente después de esto, que no espere ningún tipo de acercamiento de mi parte y mucho menos nada sexual. Empecé a desnudarme quedándome en ropa interior para colocarme el conjunto deportivo, ya que hoy tenía gimnasia en el instituto, mira que suerte tengo - sarcasmo.

No me dio tiempo a meter un pie en las ajustadas mallas cuando la puerta se abrió de golpe sobresaltándome.

- Joder, ¿ya te me insinúas desde tan temprano? - dijo el italiano con una amplia sonrisa mirándome descaradamente de arriba a abajo.

- ¿¡No te habías ido!? - pregunté incrédula tapándome con una camiseta ancha apresuradamente.

- ¿Eso es una manera sutil de echarme? - rio.

-No, es que pensé que te habías ido cuando dormía, como no estabas y la ventana estaba abierta pues.... - quise darme de ostias, hace unos instantes lo puse de vuelta y media.

- Me entró hambre asique fui a preparar el desayuno para los dos y como estabas dormida, te dejé suavemente sobre la almohada para no despertarte. La ventana está abierta porque con el calentón de anoche esto parecía una puta sauna.

Me quedé callada. Él haciendo cosas bonitas por mí y yo pensando que me había dejado tirada.

- ¿Por qué me iría? - preguntó rompiendo el silencio acercándose a mí.

- No lo sé, la noche de la biblioteca me dijiste que no eras de los que les gustase dormir con las tías y cuando no te vi pues... - bajé la cara mirándome los pies.

- Ey, mírame, sí? - respondió subiendo mi mentón con su mano - es verdad lo que dije, no voy a mentirte, no soy un chico particularmente cariñoso. Pero contigo es distinto, no eres como las otras chicas, a ti quiero conocerte de verdad.

Mis mejillas empezaron a sonrojarse.

- Y eres la única que ha conseguido que duerma con ella, dos veces además.

- He conseguido que el frío italiano se vuelva un oso de peluche, quién lo diría - reí.

- Los osos de peluche no hacen esto - de pronto me cogió de la cintura levantándome haciéndome rodearlo con mis muslos y nuestros labios volvieron a conectar encendiendo todo mi cuerpo.

 MALDITA DISTANCIA Donde viven las historias. Descúbrelo ahora