CAPÍTULO 11

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Carmen

España

*Llamada finalizada*

Alejé lentamente el teléfono de mi oreja quedando patidifusa.

- Álvaro! Me diste bien el número?! - corrí a la cocina preguntando completamente alterada a mi marido.

- Ese fue el número que me dió el médico - me miró soltando la cacerola que estaba fregando.

- Dón.. dónde está mi niña.. - un vacío en el pecho se apoderó de mí.

Llevábamos 2 días sin saber nada de ella, al principio pensamos que se quedaría en casa de Andrea pero como nadie contestó al teléfono de la casa llamé a su madre y ésta me dijo que Andrea escribió una nota afirmando que estaba aquí.

Me enfurecí en ese momento, pero ese enfado se convirtió en angustia y preocupación cuando nos llamaron esta mañana del hospital:

*Llamada entrante: número desconocido*

- Buenas tardes, es usted doña Carmen Rey Santana?

- Quién pregunta? - respondí.

- Le llamo del hospital "Rosa Azul", le informo que no nos ha llegado el documento del procedimiento médico de su hija tras el traslado.

- Perdona? Informe médico? Creo que se está equivocando, mi hija no ha sido trasladada a ningún sitio ni ha estado en ese hospital.

- Su hija no es la señorita Oliva Gómez Rey, la que tuvo un accidente automovilístico con  la señorita Andrea Martín Díaz?

No podía creerlo, me quedé en shock, salí de mi oficina en busca de un poco de aire fresco.

- Mi.. mi hija no... no sé nada de mi hija, a dónde la han trasladado? - titubeé posando mi mano en la pared del edificio para sostenerme en pie mientras mi marido se acercaba notablemente preocupado hacia mi.

- A Italia...
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Olivia

A la noche, las mujeres se fueron al hotel, Piero se quedó en uno de los cuartos de invitados y Aidan y yo dormimos en habitaciones distintas.

La petición fue mía, necesitaba pensar sobre que hacer con mi enfermedad, mi familia, el italiano... y sabía perfectamente que si Aidan se quedaba conmigo iba a tener de todo menos una noche tranquila.

Al principio la propuesta le sorprendió y se quedó algo irritado, pero de todas formas aceptó mi decisión.

Volví a enchufarme a los monitores, la idea no me hacía ni puta gracia pero era lo que debía hacer para mejorar.

Intenté dormir pero cada vez que cerraba los ojos recordaba el accidente, los coches acercándose rápidamente, los faros cegando mi visión y el impacto con el que salí disparada al suelo.

Me atormentaban esas imágenes, asique opté por volver a desenchufarme y salir de la cama.

Al lado de la puerta había un gran espejo en el cual vi mi reflejo, estaba completamente decramada.

Seguía con la muda que me pusieron al trasladarme del hospital y mis pelos estaban alborotados. Que horror...

Abrí la puerta blanca que tenía pomo y entré, era un baño. Escaneé el lugar: las paredes estaban formadas por azulejos blancos y negros pareciendo un tablero de ajedrez, a mi derecha había una especie de bañera enorme con velas rojas alrededor.

 MALDITA DISTANCIA Donde viven las historias. Descúbrelo ahora