Introducción

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Era la primera vez en años que Sakura tenía calor en noviembre. Siempre había sido muy friolera, hasta el punto de que por las noches tenía que cubrirse con tres mantas, edredón y sábanas de franela, y meter una bolsa de agua caliente en su cama. Ahora, a aquellas alturas de la vida, descubría que había algo que funcionaba mejor que eso: un hombre.

Él era prácticamente un desconocido. No sabía casi nada de su pasado ni de su presente, apenas sí conocía su nombre y poco más. Entonces, ¿por qué estaba en su cama? ¿Por qué permitía que la abrazara desde atrás, que rozase su nariz contra su cabello, que su mano amplia, áspera y cálida acariciase su vientre de forma insinuante, haciendo círculos con el dedo alrededor de su ombligo desnudo?

Durante años, Sakura se había alejado sistemáticamente de los hombres. Tenía el corazón cerrado, y las puertas de su dormitorio también. No podía confiar en nadie. No quería confiar en nadie.

Y sin embargo ahí estaba, desnuda entre las sábanas ya arrugadas, satisfecha, como flotando a causa de las horas de sexo compartido. Eufórica, feliz. Tan feliz que no se reconocía.

Le parecía irreal. Esa no podía ser ella, era imposible, estaba soñando.

«Esto es una imprudencia. Un error. Un error imperdonable».

—Tócame otra vez —susurró. Escucharse a sí misma decir aquello era tan raro... ¿Realmente había pronunciado esas palabras?

Oyó la risa de él, dulce y grave, como el ronroneo de un león. Sintió que se pegaba más a sus formas. Estaba caliente, sus músculos eran duros y su cuerpo tan grande que parecía cubrirla por completo. Se acopló en aquel molde de piedra incandescente y suspiró, subyugada por la pasión y la expectativa. La mano que rozaba su abdomen descendió despacio hasta deslizarse entre sus muslos. Un dedo se abrió paso delicadamente a través del vello púbico y comenzó a acariciarla de forma lenta, apenas rozando su clítoris de una manera tan superficial que el delicado tacto le despertó una sacudida de excitación y un cosquilleo eléctrico que empezó a extenderse por todo su ser.

Al parecer, había estado equivocada toda su vida. Sí que le gustaba el sexo, joder, le encantaba. Quería gemir, estremecerse, gritar palabras malsonantes. Quería comportarse como una zorra y tomar el control, y también entregarse y ser dominada como una princesa cautiva. Anhelaba ser devorada por la pasión de su amante, aquel hombre misterioso que la había atrapado en aquel juego peligroso y excitante.

—Te gusta así, ¿verdad?

Escucharle fue aún peor que sentir sus manos. Sakura cerró los ojos y se mordió el labio, asintiendo. La caricia proseguía, circular y precisa. Luego él movió la mano y su índice la penetró mientras la palma rozaba todo su sexo plenamente, con movimientos redondos y suaves. Ella ahogó un gemido y se arqueó, sintiendo que se hundía poco a poco en aquel océano de placer.

«Me he vuelto loca», pensó.

 Y después no pensó nada más.




El Secreto de 🔒 S A K U R A ✨ [+18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora