Secreto 18

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El orfanato se había convertido en un campo de batalla. Los corredores oscuros se iluminaban con las linternas instaladas en los cascos tácticos de los hombres de Namikaze, con los fogonazos de los disparos y con las miras láser. Eran paramilitares bien entrenados, pero no tanto como ellos. Sasuke se dio cuenta pasados los primeros cinco minutos. Había algo en su forma de moverse y de avanzar que hablaba de cierta inexperiencia, como si a pesar de su preparación no hubieran tenido que enfrentarse a iguales en ninguna circunstancia. Sasuke y los suyos, por el contrario, tenían mucho bagaje a sus espaldas. Desde su adolescencia en Derry se había acostumbrado a tratar con hombres como sus compañeros de aquel día: gente que se había enfrentado a militares; al Ejército Británico, ni más ni menos, para defender a los suyos. Había también otro tipo de personajes en el Ejército Republicano al que antaño pertenecieran, claro. Gente menos idealista, mucho más pragmática y dura, para quienes la violencia no era un medio sino un fin y los ideales un lastre. Eran esos los que al final habían tomado las decisiones que hicieron que Sasuke comprendiese lo errado que estaba. Había entrado en el IRA por su padre, siguiendo su ejemplo de patriotismo, solo para defender su país, como bien le había inculcado él. Proteger a los suyos, a su pueblo, a su gente, a su familia. Sin embargo, nada de eso había ayudado a que las drogas dejaran de hacer estragos, nada había apartado a su amigo Shisui de la desgracia y tampoco a su padre. Ellos nunca habían matado a nadie, eran rangos menores, pero tras la detención de su padre, Sasuke se había negado a seguir así y se marchó con algunos desertores para formar un grupo diferente, más honesto, que hiciera lo que realmente había que hacer sin dañar a inocentes. Aun así, Sasuke llevaba sobre su conciencia la vergüenza y el arrepentimiento de haber formado parte de un grupo que acabó demostrando su falta de escrúpulos y asesinando a inocentes en atentados de espantosas consecuencias. Puede que él no hubiera pulsado ningún detonador ni apretado ningún gatillo, pero había formado parte de ello y no se lo perdonaba. En aquel momento, mientras se parapetaba tras una salida de emergencias para huir de una ráfaga de disparos, se sentía mejor que en años. Luchar contra narcotraficantes le había dado buenos tiempos allá en Derry, pero ahora estaba luchando contra los hombres que querían hacer daño a su chica y había algo terriblemente tonto y romántico en ello. Jugar a ser un héroe siempre le había gustado. Y se le daba bien. 

Asomó tras la hoja de metal y apuntó bien a la pierna para hacer caer a su oponente sin disparos letales. Había dado esa orden a todos los que habían depositado su confianza en él: no tirar a matar. Necesitaba eso para sentirse tranquilo.

Se encontraba ya tras la última esquina, solo tenía que doblarla y se encontraría a unos diez metros de la salida al patio. Sin embargo, justo ahí había uno de los hombres de Namikaze, vigilando precisamente por si a alguien se le ocurría esa idea. Sasuke se agachó en silencio y apuntó al brazo. Era una de las extremidades más difíciles de alcanzar pero la más eficaz si quería inhabilitarlo sin matarle. Iba a disparar cuando el tipo se giró y la linterna de su casco le apuntó directamente. «Mierda». Una lluvia de balas cayó sobre él, que se resguardó tras el muro justo a tiempo. 

—Tenemos un dos seis en la salida norte —oyó que exclamaba el tipo, seguramente a través del transmisor. 

No podía permitir que le atraparan tan cerca así que se asomó para lanzar algunos tiros de advertencia y luego esperó a que su enemigo tuviera que recargar para salir a toda velocidad y arrojarse sobre él. 

Una pelea a puñetazos contra un tipo vestido con uniforme de asalto no era nada sensato, pero era su única opción. Confiaba en que la instrucción cuerpo acuerpo de su rival no fuera muy buena y tuvo suerte, pues aunque tras los primeros tres puñetazos empezaba a dudarlo, el rodillazo en el estómago que le propinó no se lo esperaba. El hombre de Namikaze se quedó sin aliento, momento que aprovechó para quitarle las armas y hacerle una llave en el cuello que le cortó el riego sanguíneo y lo dejó inconsciente.

El Secreto de 🔒 S A K U R A ✨ [+18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora