Secreto 15

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La familiaridad del Hogar Umino la hacía sentir a salvo. Allí no había más recuerdos amargos que algunas noches anhelando una familia que nunca llegó. Siempre fue un lugar seguro, un refugio donde el mundo no les alcanzaba, donde se encontraban a salvo. 

«Ya está. Lo hemos hecho, y estamos bien. Estamos enteros y seguros», pensó aliviada. 

Allí se habían reunido, en el despacho del señor Umino. Hinata e Ino habían llegado con Shikamaru, que se había encargado de recogerlas. Kiba y ella acudieron juntos. No tuvieron problemas para salir de la torre en medio del caos generado por la falsa alarma. Ahora se encontraban todos reunidos, Shikamaru, su padre y los cuatro hermanos a los que de algún modo había adoptado. 

Cuando Sakura dejó la caja sobre la mesa del despacho se hizo un silencio espeso y tenso. Ino, Shikamaru y Kiba se quedaron de pie, ocupando espacios opuestos en la sala. Hinata, nerviosa, se apretaba el bolso contra las piernas mientras les miraba, asegurándose de que todos estaban enteros y bien. Umino observaba a Sakura, que tomó asiento junto a Hinata, mirándole a los ojos. Todos esperaban a que el venerable hombre dijera algo, pero este se tomó su tiempo, observándoles con la misma emoción contenida con que miró a Sakura la primera vez.

—Tendréis que quedaros unos días aquí —dijo al fin, entrelazando los dedos serenamente—. Tendréis todo lo que podáis necesitar hasta que el peligro haya pasado. 

—¿Y eso cuánto tiempo será? —preguntó Kiba, algo a la defensiva. 

—Nos encargaremos de que sea el mínimo posible —dijo Shikamaru. Su padre asintió con un gesto casi reverencial. 

—Vuestras vidas volverán a la normalidad muy pronto —añadió el señor Umino—. Mientras tanto, aceptad la hospitalidad debida por las molestias. Esta es vuestra casa, siempre lo ha sido y siempre lo será.

—¿Las molestias? Vaya eufemismo —saltó Ino acercándose a la mesa. Se detuvo tras la silla de Sakura, que la miró frunciendo el ceño. La expresión de su amiga no presagiaba nada bueno—. Has estado utilizándonos todo este tiempo, ¿a eso lo llamas molestias?

—Vosotros sois hijos para mí, nunca he pensado en... —intentó defenderse el señor Umino, pero Ino siguió hablando en un tono de voz que no admitía réplica. 

—Le conseguiste la entrevista a Sakura, ¿verdad? A mí me animaste a dedicarme a la seguridad informática, ¡incluso has alentado las aficiones delincuentes de Kiba! —añadió señalando a su amigo—. Hinata es la única a laque has dejado en paz, aunque vete a saber, después de esto no aseguraría que no estás reservándola para algún otro retorcido plan en tu maldita guerra contra los Namikaze. Todo lo que nos has dicho estos años, la forma en que nos regalabas el oído de pequeños... ¿todo era parte de tu plan? 

—Claro que no. Yo... 

Ella siguió sin dejarle hablar, mientras Umino la miraba en silencio, aceptando que la interrumpiera, sin defenderse, con los dedos entrelazados sobre la mesa. Sakura pudo ver un brillo amargo en su mirada. 

—Te has creado un bonito ejército de agentes para eso, ¿no? Que los Namikaze dejen huérfanos por donde pasan te ha venido muy bien, ahora tienes quien defienda tus propios fines y ni siquiera tienes que esforzarte en convencerles. 

El señor Umino bajó la mirada. Lo que Ino estaba escupiéndole a la cara sin piedad le afectaba, de alguna manera lo hacía, aunque permaneciera sereno y pareciera inmutable. La tensión en la habitación casi podía palparse, todos esperaban una contestación, con los ojos puestos en él. 

—¡Responde, maldita sea! Eso sí que nos lo debes; una respuesta. Dime queme equivoco, que lo que he dicho no es verdad. ¡Dínoslo a todos! —le gritó Ino perdiendo los nervios ante su impasibilidad. 

El Secreto de 🔒 S A K U R A ✨ [+18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora