Cuatro

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El miércoles amaneció de nuevo con lluvia, pero mucho más ligera que durante el último diluvio. Friday caminó a clases a paso lento, viendo las gotas mojar una por una el pavimento debajo de sus pies y los autos transitar con cuidado por el cemento humedecido. La primera clase la pasó casi quedándose dormido o mirando por la ventana, sin la suficiente concentración como para al menos dibujar para entretenerse. Las fórmulas físicas se le confundían entre sí y sus intentos de completar los ejercicios terminaban en frustración y un distinguible sentimiento de humillación.

No había escuchado más ruidos desde el lunes, pero su ansiedad había estado subiendo paulatinamente con el paso del tiempo. No podía dejar de repasar las palabras de Faith en su mente, tratando de hallarles algún vacío, o recordar lo que había sucedido para intentar apuntar alguna cosa que podría probar que no era nada más que un truco de magia. Era estúpido pensarlo así, lo sabía, pero era lo único que soportaba pensar sin entrar en pánico. No ayudaba, además, que Herschel había desaparecido durante el martes, dejándolo a la deriva respecto a sus ideas o qué hacer desde ese punto en adelante.

Había pensado, durante la cena del lunes en la noche con su familia luego de retirarse de la casa de Herschel, decirles a sus padres sobre todo lo que estaba pasando, pero era una manera perfecta de terminar en el manicomio, así que prefirió mantenerse callado por el momento. No estaba seguro, de todos modos, de cómo iba a explicar los eventos hasta ese minuto sin confundirse a sí mismo con las explicaciones.

Salió de la clase todavía metido en sus pensamientos, por lo que solo se dio cuenta de los dos amigos Cole de pie fuera del salón cuando ya estaba frente a ellos. Sintió un escalofrío. Uno de ellos, el que normalmente se sentaba al lado de Cole en ciertas clases, tenía una nariz de tucán y parecía sacar cierto placer de tener cara de furia todo el tiempo y de hablar como si hubiera tenido las venas del cuello marcadas por la ira. El otro, por quien Friday tenía un respeto ligeramente más grande, usaba lentes y aparte de eso era igual a cualquier persona que caminaba por la calle durante el día. Friday no tenía mayores emociones respecto a ninguno; eran, después de todo, súbditos de Cole. Todo lo que hacían, todo lo que le hacían, era porque Cole lo había empezado. No entendía por qué, pero Friday se había rendido hacía mucho tiempo respecto a tratar de comprender por qué sus matones hacían lo que hacían.

—Holloway —llamó el de la nariz de tucán, apoyado en un casillero, probablemente tratando de verse intimidante. No funcionaba muy bien porque era tan bajo y flaco como Herschel, pero sin el precedente de una reputación, pero Friday no podía disimular lo trémulo de sus manos o su titubeo—. Vamos, ven, no vamos a apuñalarte ni nada.

—Solo queremos conversar —dijo el otro, con un tono un poco más amigable— sobre Hersch.

—¿Cole los mandó? —preguntó, sin poder hallar otra razón para eso. Nariz de tucán puso la cara de disgusto más increíble que Friday hubiera presenciado, como si todo su ser estuviera soportando las ganas de vomitar ante la pregunta.

—Algo... así. Es algo simple, hasta tú puedes responder, así que quítate de la mitad del pasillo y ven.

Se acercó más, solo para que los otros estudiantes dejaran de empujarlo y mirarlo con irritación. Los dos tipos se observaron entre sí, el de lentes se los acomodó y sonrió mientras nariz de tucán sacaba su celular, tal vez para desconectarse de la situación.

—¿Qué quieren? —dijo Friday, tratando de tomar el mando de esto.

—¿Hersch estuvo contigo el lunes, cierto?

Era acerca de eso. Friday tuvo recuerdos de cuando tenían catorce años y Herschel había empezado a hablarle entre clases, durante educación física, en el almuerzo, mientras sus amigos lo intentaban matar con los ojos en el fondo. Tal vez las negativas constantes de Friday habían logrado que sus amigos, lentamente, se apaciguaran ante la idea de que Herschel ya no estaba dispuesto a acompañarlos en tratar de encerrar a Friday en un armario de limpieza y que, probablemente, iba a intentar sacarlo de allí una vez que todos ellos se hubieran marchado. Estaba seguro de que debían discutirlo, a veces, porque por más que intentara no darse cuenta de esas cosas, era innegable que la amistad de Cole y Herschel había sufrido un declive fuerte durante los últimos dos años, y no era raro verlos ignorarse mutuamente o tratar de no comenzar a pelear en público.

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