🌓. Pequeños detalles cuentan grandes historias .🌓

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🌓. Pequeños detalles cuentan grandes historias .🌓

Pequeños detalles cuentan grandes historias.

Después de firmar unos cuantos papeles, recoger sus cosas y despedirse de los doctores, Atsushi había emprendido el camino de regreso a su casa. Puede sonar un poco excesivo, pero sentía que hace tiempo que estaba en ella; ese sentimiento de añoranza que te impulsa a desear regresar cuanto antes.

Obviando el hecho de que tenía una muy reciente operación en el lado derecho de su cuerpo, se sentía bien. Los médicos hicieron buen trabajo, y eso, unido al hecho que no hubieron complicaciones, hicieron que recibiera el alta mucho antes de lo previsto.

Tenía una sanación rápida.

La tarde ya casi daba paso a los primeros indicios de la noche. El sol se ocultaba en el horizonte como un gigantesco semicírculo anaranjado, rodeado de nubes carmín que le daban un toque de calidez al frío clima que se avecinaba.

«Frío.»

Miró a su lado, con inseguridad de ser descubierto. Aquella persona que lo había cuidado sin rechistar —pese a haber sido una orden—, caminaba junto a él con paso calmo, ambas manos ocultas en los bolsillos del pantalón del uniforme y mirada penetrante al frente.

Había insistido en acompañarlo hasta la casa y él no se negó. No le gustaba estar solo.

Se permitió analizar por un momento a su nuevo conocido: era un chico frío, a simple vista. Emociones ocultas y un muy mal genio que poco pasaba desapercibido. Pese a estar en el mismo año, no habían coincidido en ninguna clase, cosa que le llamaba la atención. Sin embargo, debajo de toda ese faceta de odio y rencor, podía ver un chico sensible, tranquilo y roto que se agazapaba en una esquina de su conciencia, llorando en silencio.

Y quería saber por qué.

Quería ayudarlo.

De su mente nunca saldría esa imagen de aquellos ojos grises empapados en lágrimas y esa expresión de dolor tan genuina.

Jugueteó con sus dedos frente a sí, indeciso. Hacía miradas casuales buscando el comienzo de una conversación.

Akutagawa se llevó la mano a los labios para ahogar una pequeña tos. Ahí vio su oportunidad, un chiste aligeraría el ambiente tan tenso.

—Esa tos no suena nada bien, ¿acaso tienes coronavirus? —dijo con sorna fingida, retractándose de sus palabras nada más fueron dichas.

—Tu idiotez no suena nada bien, ¿acaso tienes cerebro?

Ok, plan 1: “Chiste amigable”. Fallado.

El pelinegro gozaba de una lengua viperina y un buen dominio del sarcasmo; mas, incapaz de entenderlo.

—¡Yo solo intentaba aligerar el ambiente! —exclamó, avergonzado.

—Si vas a decir esto,mejor no digas nada —le vio revolear los ojos y fruncir más el ceño—. Tu sola presencia me exaspera, Jinko.

Atsushi parpadeó confuso.

—¿Ji-jinko?

—Sí, Jinko. —recalcó sus palabras como si estuviesen dirigidas a un niño de cinco años, cosa que no pasó por alto el albino.

—¿Y eso a qué viene? —rebatió, cada vez más contrariado.

¿Esa su imaginación o una de las comisuras de piedra de Akutagawa se acababan de levantar en gesto divertido?

—Es muy maduro de tu parte usar calzoncillos de estampados de gatitos —explicó Akutagawa,con un toque de maldad en su voz—. ¿Qué más guardas en tus cajones? ¿Tangas de Animal Print?

𝑆𝑡𝑟𝑎𝑛𝑔𝑒𝑙𝑦 𝐻𝑎𝑝𝑝𝑦 |❣︎| 𝐒𝐡𝐢𝐧 𝐒𝐨𝐮𝐤𝐨𝐤𝐮 |❣︎| ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora