35. Sorpresas II.

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Entré en casa con la caja en la mano. No quería. No no y mil veces no. Recibí un mensaje de Kyle diciéndome que estaba de camino. Mejor, porque iba a hablar con él. ¿Cómo se le ocurre?

Cuando escuché su moto, salí a la calle sin cerrar la puerta. No habían pasado ni cinco minutos desde que me envió el mensaje. Cuando me vio, sonrió y abrió los brazos para que saltara en ellos y pudiera abrazarme. Rodé los ojos y le pegue un manotazo. ¿Es qué estaba loco?

- ¿Cómo se te ocurre? - grité.

- ¿De qué hablas? - preguntó confundido.

- ¡La caja que me has dejado hoy en la puerta de mi casa, eso hablo! 

- ¿No te ha gustado? - preguntó decepcionado.

- Sabes que no me cabrea eso... - hice una mueca, no quería que se entristeciera.

La caja que había en mi casa era de Kyle, y llevaba un vestido. Un vestido que vimos en una de nuestras muchas citas y le dije que me encantaba pero costaba dos riñones y no me lo podía permitir. También había dentro de la caja una tarjeta diciéndome que esta noche quería que fuésemos a cenar juntos. Me pareció muy tierno.

- ¿Entonces? - volvió a preguntar, más confundido.

- No me gusta que te gastes dinero en mi, ¡y menos todo lo que cuesta ese vestido! - exclamé exagerando. - Ya estás devolviéndolo.

- Ni muerto.

- Kyle, no.

- Te lo he regalado porque te lo mereces.  

Suspiré y rode los ojos. Que estúpido.

- Con ese dinero puedes hacer muchas cosas. - dije intentando convencerle. - Por favor, tengo muchos vestidos en casa, no necesito más.

- No voy a devolver nada. - sentenció serio. - Así que vamos a ver una película, te vas a cambiar de ropa y vamos a ir a cenar, ¿entendido?

- Esta bien, papi. - dije agotada. 

Kyle sonrió de felicidad a la misma vez que le brillaban los ojos. Estaba más emocionado que yo.

Entramos en casa y cerré la puerta detrás de mi mientras observaba como Kyle se sentaba en el sofá. Miré la caja. El vestido era precioso, realmente lo era, y me gustaba que se hubiese preocupado tanto por el día de mi cumpleaños, pero no me gustaba el hecho que se gastara tanto dinero en mi. Y menos por eso. Sólo podría aceptar ese tipo de regalos el día de mi boda. Y todavía queda demasiado para eso. 

Volví a suspirar y cogí la caja antes de subir a mi habitación para dejarla allí. Cuando baje, Kyle estaba comiendo palomitas y ya teníamos la película preparada. No me sorprendía que lo hubiese hecho él, no era la primera vez que lo hacía.

Me senté a su lado y me acurruqué en sus brazos, apoyando mi cabeza en su hombro. La película comenzó pero yo no estaba pendiente de ella. Sólo podía pensar qué regalo podría igualar el suyo. Su cumpleaños era dentro de dos meses, y tenía tiempo, pero no podía estar tranquila sabiendo que el regalo que me ha comprado él vale más que toda mi familia entera. No podría aparecer el día de su cumpleaños con una tarta, confeti y unos vaqueros. Bufé mentalmente. Odiaba los cumpleaños.

- ¡Las chicas! - grité haciendo que Kyle se asustara.

- ¿Qué pasa con ellas? - preguntó al mismo tiempo que dejaba de mirar la película para poner sus ojos sobre mi.

- Les había dicho que iba a cenar con ellas.

- Ah, eso. - dijo como si no fuera gran cosa. - Yo me encargo. - volvió a poner sus ojos en la televisión y sonrió.

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