30. Mensajes y borrachos.

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Gracias a Dios pensé al salir del instituto el Viernes.

Por fin había terminado los exámenes finales, que, por muy raro que me pareció, me salieron todos realmente bien. No perfectos, pero si bien. 

Esta semana, había sido una de las más complicadas de mi vida, y, me alegraba mucho de que se hubiese terminado. No sólo por los exámenes. Kyle volvió a llamarme como solía hacer, me molestaba que fuera tan pesado e insistente. Porque, cuando sus llamadas empezaron de nuevo, mi armadura fue debilitándose. Quería cogerle el teléfono, decirle que le quería y que quería perdonarle, que quería que viniese a casa a ver una película conmigo y que me abrazara. Pero segundos después de tener esos pensamientos, me venían a la cabeza los comentarios de los demás, las miradas de la gente de mi instituto, las peleas, y sobretodo el vídeo. No. No podía perdonarle, tenía que ser fuerte. 

Wen me llamó el Sábado por la mañana, preguntándome qué iba a hacer esa tarde.

- Wen no voy a salir, quiero dormir. - gruñí. - He dormido como unas quince horas en toda la semana.

- No sé por qué estudias tanto, Ronnie. - dijo con diversión.

- Tal vez, ¿por qué quiero aprovar? - pregunté con sarcasmo.

- Estudias el doble que yo, y sin embargo, yo voy bien con los estudios. - dijo con seriedad. - Yo si que recuerdo cómo es la luz del sol.

- Cállate. - exclamé riendo. - Si la recuerdo. Es brillante, y cegadora, y quema.

- Wow. Me has dejado impresionada.

- Lo sé.

- Bueno, entonces, ¿a qué hora quedamos esta tarde?

- No iré esta tarde, Wen. - solté todo el aire de golpe.

- ¿Y qué vas a hacer?

- Pues, me sentaré en mi cama llorando mientras veo Titánic, deseando tener un poco de romanticismo en mi vida.

- Desde luego. - murmuró riendo. - Así te va. Anda, prepárate que Emily va a por ti en media hora.

- Wen. - la llamé antes de colgarle. 

- ¿Qué?

- Vete a la mierda.

Cuando Emily llegó a mi casa, estuvimos hablando una media hora antes de ir a casa de Wen a ver una película.

Emily era la única que sabía como me sentía realmente. Era la única a la que podía contarle todo lo que me pasaba con todo detalle. Cuando ella rompió con su ex novio, se cerró tanto a los demás que no dejaba que nadie se acercara a ella, pero a mi me dejo, y se desahogaba en mi, al igual que yo hacía ahora con ella. Era como un pacto. Nadie sabe que ella lloró lo que no está escrito cuando rompieron, y nadie sabe que yo sigo llorando toda las noches, excepto ella. 

Al llegar a casa de Wen, Maica y ella ya estaban sentadas en los sofás con dos botes de palomitas enormes, dos paquetes de regalices rojas y leguas de azúcar, bebidas y chicles. Emily y yo rodamos los ojos mientras reíamos y nos sentamos en el suelo.

- ¿Qué película vamos a ver? - pregunté cuando Wen apagó las luces.

- Titánic. - contestó riendo.

- Eres una cachonda. 

Riendo, le tiré un cojín en la cara a Wen por haber elegido esa misma película. 

A pesar de que ellas no sabían mucho sobre como me sentía, Wen y Maica siempre estaban intentando que yo no pensara en Kyle y en todo lo que se relacionara con los vídeos. Todos los días me proponían planes, desde quedar para ver una película hasta ir a robar a tiendas de ro,a cosa que me entró la risa tonta cuando me lo dijeron. 

IdiotaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora