Pocos Segundos

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1... 2... 3. Hace falta 1, 2 o 3 segundos, ¿para qué? Para que todo se vaya a la mierda.
Ha pasado tiempo, recapitulando: aquel día Evans me llevó a la cocina, dijo cosas estúpidas de su vida y me quedé ahí esperando, me llevó a su patio y me dijo que me fuera, sin más, solo así. Llegué a casa donde Jenny me esperaba furiosa, discutimos algo, en tan sólo tres segundos, todo se fue a la mierda:
- Benjamin, eres un estúpido, tenemos una bebé y tu llegas de tu perfecta vida a seguir en tus pendejadas, jamás has cambiado ni te has preocupado por mi ni por tu hija, ¿me escuchas? Tenemos una hija, Ben, ¿la recuerdas o tienes tanta droga que te falla la memoria?
- Cierra la puta boca, Jenny.
- ¡No, maldito pedazo de escoria, eres una maldita basura!
No dije nada más, tome la chaqueta y fui a ver a mi bebé, la acaricié y le di un beso, salí por el jardín y fui a casa de Fabrizio, estuve conduciendo realmente rápido, llegué a su casa y oía sollozos, nadie abría la puerta, "Fabrizio, amigo, ¿estás ahí?
Una voz enojada respondió:
- ¿Qué quieres, Ben?
- Vamos, hombre, abre la puerta.
- No, Ben, hoy no, vete a casa.
- ¿Qué pasa Fabrizio?
- Solo vete, Benjamin.
-Escucha, voy a entrar, ¿Bien?
Y abrió: ¿Qué pasa?
Dijo él.
- Déjame entrar, Fabrizio.
- No creo, Ben.
- ¿Estás ebrio?
- Mira, hermano, eso es algo que no te incumbe.
- ¿Qué haces con ese cinturón?
- Creo que ya es hora de que te vayas, hermanito.
Dio la vuelta entonces y pegó un grito: "¡te dije que no te levantes, mierda!"
- Oye, oye, oye, Fabrizio, tranquilo.
Rompí la cadena de la puerta y entré de manera agresiva, Apolonia estaba en el suelo con moretones, me agaché a ayudarle.
- Fabrizio, ¿Qué has hecho? Santo cielo, Tranquila, Apolonia, todo está bien.
Fabrizio se levantó y se fue en su coche, me quedé a ayudar a Apolonia.
Fabrizio iba tomando algo de Tequila desde la botella, paró en uno de los pocos altos que hizo caso, y en tan sólo tres segundos, todo se fue a la mierda. Un auto derrapó frente a él, dos tipos armados se bajaron y dispararon contra su auto, la noche terminó con Jenny dormida después de fumar mis cigarrillos, Apolonia ensangrentada y Fabrizio, bueno, creo que no hace falta especificar.
Recibió 7 disparos entre el pecho y las piernas, quedó hospitalizado, es extraño como a veces todo es tan aburrido, no tenemos nada que hacer y eso es tan terrible, y unos días después, tienes 10 pendientes, salí del hospital con mi hija, la llevé al parque y nos sentamos en una banca, de repente hoy disparos y autos, una explosión y alguien salió del auto gritando, "Benjamin, vete." era una mujer, Apolonia, salí corriendo y ella detrás de mí, llegamos a un lugar de café y me dijo: "No sé qué haré con Fabrizio"
- Mira, Apolonia, se que esto es difícil para ti, también para mí, pero así es esto.
- Así es la vida que quieren.
- Bueno, en parte es la que más deja.
- Tienes una niña Benjamin, me resulta increíble que no te preocupes por ella.
- Me preocupa, por eso hago esto, nadie sabe que la tengo y planeo que siga así, las cosas tampoco van del todo bien con Jenny, pero se que está bien. Ella lo tendrá que comprender y tu igual.
Se quedó callada tomando su café y sonó la campana en el café, dos tipos empezaron a hablar.
- ¿Antonio Zamorano?
- Soy yo, ¿Bruse Gatto?
- Así es.
- Dices mi nombre como idiota, y tu mi amigo, tienes nombre de idiota, cabrón.
- No me agradan los cubanos.
- Hey, oye, oye, jamás te falté al respeto.
- Como sea, vamos atrás, tengo algo de que hablar contigo.
- Ajá, vamos detrás pa' que te sientes.
- Oye, estúpido latino, no me agradas ni somos amigos, venimos a hacer negocios, ¿quieres o no?
- Bueno, hombre, tranquilo, solo soy amigable.
Se fueron y terminé mi café.
- Será mejor que me vaya, Apolonia, quieres ir al hospital con Fabrizio o te llevo a tu casa.
- Mi hijo está con mi hermano, hay que ir al hospital.
- Hermano, nunca habías dicho que tenías un hermano.
- Bueno, estuvo en prisión por evasión de impuestos.
- Mierda, ¿Como se llama?
- Santino.
- Suena interesante.
- No es muy interesante, ni muy inteligente.
Subimos al auto y fuimos al hospital la dejé y me fui.
Llegué a casa y me levanté, abrí la puerta y no escuché nada, tomé un vaso de agua y fui al cuarto de la bebita, vi la puerta de mi cuarto cerrada y toqué.
- Jenny, ¿estás ahí?
- Claro, Ben.
- Abre la puerta, por favor.
- Un segundo.
Pegué mi oído a la puerta, ¿qué más podía esperar si no era voz de un hombre?
- ¿Quién está contigo?
- Eeh, nadie, ¿de qué hablas?
Entonces conté hasta tres: "suspira, y cuenta, 1... 2... 3..." y le di una patada a la puerta, un hombre salió de las sábanas mientras Jenny estaba vistiendose. Que estupidez, era Donny Evans, "Donny, parásito cabrón."
- Ben, lo puedo explicar.
- Oh, no hay por qué, sólo vete.
- Ben, deja a Donny.
- No le estoy haciendo nada, querida.
Donny salió y se fue en su auto.
- Largate de mi casa, Jenny.
- Eres un idiota, Ben, ¿Qué mierda querías que hiciera? ¿Esperarte aquí a que llegues de estar todo el día vendiendo droga y estar con Apolonia?
- No metas a Apolonia en esto, he estado hablando con ella porque Fabrizio, mi maldito amigo, está casi muerto, además ella si es una dama respetable y fiel, mucho más comprensiva que tu.
- Entonces ve y cogetela, pendejo.
- Creo haber dicho, "Largate de mi maldita casa, zorra"
- Bien, si así va a ser esto.
Dio la vuelta enfurecida y se dirigió al cuarto de mi hija.
- Hey, hey, hey, ¿Qué mierda crees que haces?
- Me llevo a mi hija.
- No te la vas a llevar, es mi hija, no tuya.
- ¡Ya cierra la maldita boca, Benjamin, no entiendes nada de la maldita vida, carajo!
- Bueno, maldita sea te he dicho que no te la lleves.
Y la golpeé en la cara, levantó la mirada, secó sus lágrimas y como si fuese la campana del café, salió como si nada. Se subió a mi auto y se fue a un hotel. Yo entré de nuevo a casa, miré mi cama y quité el colchón, las colchas y las almohadas, las aventé al jardín y dormí en el sillón, encendí el televisor y me recosté, nuevamente tomé un vaso de agua y conté hasta 3, 1... 2... 3... Y como si fuese la campana del café, hubo un pequeño sonido de 10 segundos, y caí en un profundo sueño.
                 23 de marzo, 1984
Había pasado un mes de aquello, recibí una llamada por la mañana, tuve que recapitular. Después de la pelea con Jenny, siguió todo normal, le conté a Fabrizio y Apolonia, parecía que ya estaba todo arreglado entre ellos, me había hecho cliente frecuente del café, ya conocía al dueño, el señor Alfred Tomás Bledordf, de Polonia, se mudó a Estados Unidos en 1939 cuando tenía 20 años, ya que era de madre alemana y padre estadounidense, además de eso, eran judíos. Conocí a su hija, Anna Beldrof, éramos buenos amigos, solía salir a cominar con ella, era unos 4 años más joven que yo, tenía un hermoso pelo rubio, era alta, siempre tenía una gran sonrisa y le encantaba leer, escuchaba mis historias fascinada y ella me contaba las suyas, le conté de Jenny y mi hija, y justo una mañana hablando con ella fue cuando recordé todo, Fabrizio fue atacado, pero, nunca supe por quién, ¿sería Evans? No, el estuvo bastante ocupado con Jenny, y lo recordé, aquel hermano del que Jenny habló, fui a casa de Apolonia y le pregunté por él, me mostró una foto y era él mismo de aquellos dos con armas, ¿Por qué lo habría hecho él?
Bueno, tenía un permiso para armas y además Fabrizio dijo que no era la primera vez que golpeaba a Apolonia, salí a buscar al hermano a la dirección que me dio, no lo podía creer, vivía en un barrio tan sucio, lleno de italianos y estadounidenses sin trabajo, bajé y lo que vi era una total idiotes. Jack estaba siendo golpeado por el y sus amigos estúpidos, "Pendejo, ¿donde está la droga?"
Jack no podía hablar y salía sangre por su boca, "¡Jack, alto idiotas, hijos de puta, déjenlo"
Me miraron y salieron corriendo. Yo corrí a auxiliar a Jack, el se levantó antes de que llegara con el, y abrió la puerta del carro a su lado: "Espera, Jack, voy contigo" y poco antes de que llegara a tocar el auto Jack lo encendió el motor y el auto voló, salí disparado, volteé a ver el auto en llamas, la gente salía de sus casa viendo el desastre: "¡Jack, jack, mierda, hermano, no, lo lamento Jack, por favor no, Jack!"
Lloraba como un niño, dos hombres de acercaron y me llevaron al hospital, seguía viendo hacia atrás el auto, cuando me taparon los edificios respiré, oí la campana y simplemente conté, conté hasta 3: 1... 2... 3... Y caí dormido como un bebé, tan dolo hacen falta unos segundos para que todo se vaya a la mierda, como el vuelo de un ave o las patas de un Tigre, tan rápido como eso, 1, 2 y 3...

Bells Donde viven las historias. Descúbrelo ahora