Sólo he comprado un jugo de naranja con gajos, trato de distraerme pero no lo consigo.
Las dudas son mayores que las respuestas acerca de Edder, tengo una gran inquietud hacia él, más aún por lo que me dijo.
Quiero respuestas sin importar qué.
Entro a mi aula, todos me observan, prefiero sentarme a conversar por mensaje de texto con Dim, le he avisado que lo que ocurrió además del llamado del director. Por fortuna —o quizá no tanto—, la clase después del receso ha sido suspendida.
Quiero creer que es una señal para descansar.
Caminos por los pasillos como siempre hago, entonces me pregunto en dónde estará Edder, subo las escaleras hacia la primera planta.
No importa cuantas veces me digan que descanse, no lo puedo hacer, odio tener curiosidad.
Veo a varios chicos salir de un aula, entre ellos está él.
—Edder, ¿puedo hablar contigo?—, pregunto refiriendo a asiente con una linda sonrisa—. Vamos abajo entonces.
No hablamos hasta llegar al árbol donde me había sentado con anterioridad.
—¿Quieres que te diga más?— pregunta sereno, lo miro a los ojos.
—Bueno... Quiero saber cómo te enteraste de eso— las palmas de mis manos sudan, recalco que la curiosidad me trae problemas, no debí hacer eso.
—Como decirlo...— toma una bocanada de aire—. Elías habló mal de ti frente a nosotros, al principio no entendimos el porqué, pero siendo sus amigos, no pudimos decirle nada— entrelaza sus dedos—, admito que estuve mal en no escuchar ambos lados de la historia, pero, poco después él dejó de ser quien antes era, faltaba a clases, obtenía reportes de la nada, incluso, si lo notaste, recursó segundo grado.
—¿Volviste a hablarle antes de que le pasara esto?
—Intenté aunque— rasca su nuca—, no digas nada sobre esto si llega a preguntarte, pero su padre lo buscó hace un par de meses. Sabes un poco de su mala relación pero creo que algo más pasó.
—¿Algo como qué?— tengo miedo de que dude sobre mis preguntas.
—Su padre le había estado insistiendo sobre una propuesta, algo no muy bueno. Me enteré sobre ello hace un par de meses, desde ahí dejé de hablarle.
—¡Eric! ¡Llegó el profesor!— le avisa una chica delgada y alta con dulzura, posa sus ojos en mí para hacer una mueca de molestia, la observo con una sonrisa cínica y ella me responde con una mirada asesina, como en los libros.
No soy así pero fue divertida la expresión de la chica.
—Nu puedo decirte más cosas porque no las sé— me dedica una sonrisa inconforme antes de darse la vuelta—. No importa el pasado, si no este presente en que te apoyaré hasta donde pueda— su mano intenta posarse en la mía hasta que se arrepiente, sólo sonríe antes de irse—, sé que lo querrás ayudar, no me opondré, sólo... Ten cuidado— trago saliva, su expresión sombría no me gusta.
(...)
Guardo mis libros para ir a la dirección, pienso en tantas cosas. Las miradas siguen, me encuentro a Dimitrio conversando con el director, este le da un sobre, se despiden y él se acerca a mí.
—¿Iremos hoy?— pregunta, asiento.
Nos vamos directo a su auto, no pasa mucho hasta llegar al lugar.
—Hospital San Cristóbal— suspiro. Es el lugar en donde estaba hospitalizada—. No esperaba que fuera ese lugar. Y menos ver a ese... Chico— digo con disgusto lo último.
—Quiero creer que esta fue una buena decisión— dice, me interrumpe antes de preguntar sobre lo que dijo.—, vamos— sonríe amable.
Llegamos al lugar, al entrar encontramos la recepción a lo cual Dimitrio habla con sus colegas.
Hay una pequeña pecera con diminutos peces de colores, son tan lindos. Tomo el frasco de comida para alimentarlos, todos comen.
—Son lindos, ¿no?— Dimitrio acerca su rostro al mío, siento que mis mejillas se enrojecen a pesar de mi piel morena claro—. Vamos, es la habitación 106.
Llegamos a la habitación, sólo yo entro. Me acerco a Elías, su piel es blanca como la nieve —sin exagerar—, labios carnosos, cabello negro, es delgado, sería apuesto de no ser sus ojeras tan marcadas.
Su respiración es calmada, luce angelical. Mi mano sin querer recorre su mejilla, por ello obtengo un sentimiento encontrado.
—¿Estará bien?— me pregunto a mí misma—, o más bien, ¿estará bien que yo esté aquí?— suspiro frustrada.
Tomo asiento cerca de él, cierro los ojos sólo para quedarme dormida.
"—¿Elías?— pregunta un hombre al mencionado—. Te he buscado por estos últimos cinco años, ¿dónde has estado?— no me siento partícipe de esta historia.
—No me digas nada, ni siquiera has hecho lo suficiente como padre— el hombre lo mira extrañado—, me dejaste con una mujer que apenas puede cuidar de sí misma, ¿creíste que iba a sonreír y abrazarte?— ríe con cinismo—. Lárgate. Sé a qué vienes. Trágate tus palabras.
Elías se va sin doblegarse mientras aquel hombre le mira con desprecio."
—La hora de visitas ha terminado— me despierta una enfermera, su voz es ronca y poco femenina—, puede regresar mañana— dice seca.
—Disculpe, me quedé dormida.
—Si, puede irse— su mirada me provoca un sentimiento amargo.
Salgo molesta por aquella mujer que no noto cuando empujo a quién pasaba por ahí. Caigo sentada, el trasero me duele, un hombre alto con ojos azules me observa y se va.
—Si, estoy bien— susurro aún más enojada.
Envío un mensaje a Dim para que sepa que voy a la salida, él contesta diciendo que me acerque a la salida y voy directo a ello.
Desvío mis pensamientos al sentir el clima agradable a pesar de ser una ciudad con un clima seco y caluroso. El sol empieza a ocultarse.
Sostengo con mi mano los mechones de cabello que van y vienen, es molesto tener el cabello corto.
—¡Pequeña!— me habla Dimitrio, quien está detrás de mí.
—¿Podemos irnos? Quiero comer algo— sonrío, él ve que mi cabello me cubre el rostro, escucho una corta risa que proviene de él. Me enseña un broche con cristales incrustados color aqua.
Sus dedos acomodan mi cabello para colocar el broche, cuando termina de hacerlo me observa pero sus ojos se desvían hacia otro lado, sus mejillas toman un color rosáceo.
—Vamos, vamos— me sonríe nervioso, acto seguido me toma de la mano para entrar al auto. Miro de reojo a un chico con una seña formando un corazón. Subimos al auto en silencio—. Perdón.
—No te disculpes, tomarme de la mano fue lo más bonito que me ha pasado— digo jugando, se sonroja aún más.
Lo observo cubriéndose el rostro.
¡Es tan lindo!
(...)
No sólo Dimitrio puede ser atrevido:)
Tengo un cargo de conciencia por no actualizar antes, porfa, acaben con mi sufrimiento, azótenme:c
—Dom, el de tendencias masoquistas.
ESTÁS LEYENDO
Derecho a Olvidar (piloto)
Novela JuvenilUn accidente me provocó una pérdida de memoria casi total, los fragmentos que aún me quedan son pesadillas y frases acortadas. Aquella libreta y aquel chico pueden darme respuestas a las incongruencias pero, me temo que puedo caer en un dilema del c...