Era un bonito día. Sol, playa y arena.
Llevaba un vestido blanco y unas sandalias marrones. Mientras lo esperaba, miraba por todos lados para asegurarme que ninguna persona conocida estuviese cerca. Después de todo, yo solo era una profesora y él mi alumno. Sería raro que nos vean juntos.
- ¡Annie!
Armin llegó sin sus típicos lentes de anciano y, en vez de su ropa anticuada, traía unos shorts y una camisa azul.
- ¿Haz traído comida?-le pregunté.
Asintió con diversión. Todo un festín de sándwiches de jamón y dos porciones de pie de manzana adornaron nuestro encuentro. Comiendo, logré ver un poco del pecho del rubio. De no saber que él practicaba karate en sus ratos libres, hubiera pensado que no era humano. Sus pectorales bien marcados removieron todo mi cuerpo.
- ¿Puedo preguntarte algo, Annie?
- ¿Qué ocurre?
- ¿Te hice sentir mal la otra vez?-pronunció con cierta preocupción.
- No.-acomodé unos mechones de mi pelo.-Solo me hizo reflexionar un poco. Para mi cortos veintidos años, creo que todavía no conozco lo que es la verdadera felicidad.-me acerqué hasta él y agarré su mano.-Creo que estamos en las mismas ¿No es así?
Rió.
- Claro que sí, Annie.-sacó de su bolsillo una pequeña concha y me lo entregó.-Puede que sea insignificante, pero espero que este regalo pueda alegrarte.
Ese detalle logró que, por primera vez, me sintiese feliz de estar con vida.
- Yo por el contrario no tengo nada para darte.-enuncié con un poco de pena.-Pero toma esta salida como un presente para ti.
- Lo aprecio mucho.-posicionó su vista en el mar.-¿Quieres nadar un poco?
- ¿Eh?
Los siguientes minutos que pasaron fueron los más tenebrosos y peculiares que había vivido. Intentaba flotar en el agua, pero mi estatura me lo impedía.
"¿Desde cuando el agua era tan profunda?"
- ¡Toma mi mano!
Me cargó con mucha facilidad. Jugamos con una pelota que traje de mi viaje a Miami. Fueron momentos muy divertidos-y mojados-,diria yo. Terminé empapada de pies a cabeza.
Armin se quitó la camisa para mayor comodidad. Finjí indiferencia ocultándo mi cara con un sombrero. Mi sonrojo era enorme.
- Debo admitir que eres muy mala nadando.
- ¿Me estás llamando inepta?-le interrogué.
- Pequeña, preferiría decir.
Con eso cabó su propia tumba.
- ¡Annie, detente!-gritaba mientras soltaba una gran carcajada. Cuando alguien se refería a mi estatura, estaba acabado. Y por que no mejor manera que atacarlo con una buena sesión de cosquillas.
La tarde pasó rápido y en el cielo se dibujaron varias líneas de diferentes colores. En un parque, Armin y yo nos sentamos en una banca para seguir con nuestra charla. Nos conocimos el uno al otro: nuestra infancia, el primer beso, un momento incómodo, entre otras cosas.
Prometimos vernos otro día. Nos acompañamos hasta la parada del autobús y nos despedimos. Pero, el chico me abrazó de improvisto y se fue corriendo hacia el bus. Después de un rato, caminé hacia mi casa mientras tocaba mi ropa. Juré sentir el tacto de Arlet por toda mi piel. Esa sensación se quedó por mucho tiempo en mi memoria.
Sin embargo, nunca me percaté de la otra mirada que presenciaba toda la escena desde un punto lejano del parque.
***
- Annie, no puedes hacer eso.-Hoover me miró fijamente.-Sabes las consecuencias que puede traer salir con ese chico.
- Lo sé perfectamente.-dije.-Pero quiero tomar ese riesgo.
La cara de mi amigo fue épica.
- ¿Estás en todos tus sentidos? ¡Pueden despedirte!-cerró su casillero y me entregó los papeles pendientes por firmar.-Aparte, él es solo un adolescente, no sabe todavía lo que quiere. ¿Qué estás buscando de él?
Era difícil de explicar. Creo que nada ni nadie entendería el por qué de mis reuniones con Arlet. Desde hace mucho no podía verlo solo como un alumno.
- Tranquilo, tengo todo bajo control.-recibí los sellos para las firmas.-Solo no le cuentes esto a nadie, por favor.
Y así fue. Berth fue nuestro cómplice y nunca reveló nada ante el rector.
Septiembre llegó y con él la primavera se abría paso por toda la escuela. El pasillo estaba muy tranquilo, lo cual me pareció raro. Sin previo aviso, un alumno del salón 11-A me agarró de la cintura y me acorraló con sus inmensos brazos contra la pared.
- Te he echado un ojo, Leonhardt.-sobó con lujuria mi pierna izquierda. Estaba asqueada.-¿Por qué no mejor me das unas clases privadas el día de hoy?-intentaba safarme del chico, pero su fuerza me ganó. Estaba a punto de llegar donde mi entrepierna si no fuese por otra persona que llegó a salvarme.
Los dos se metieron golpes en el estómago y la cara. Rápidamente, llamé a otros profesores por ayuda. La espera no tardó y dos hombres lograron separarlos. La sangre estaba derramada por todo el suelo y, del mismo modo, mis lágrimas.
Armin tenía la nariz ensangrentada y la ceja cortada. Sin pensarlo, lo llevé hasta la enfermería y lo atendí con mi basto conocimiento en primeros auxilios.
- ¿Por qué me protegiste? Mira como quedaste.-sollozaba.-¡No lo vuelvas hacer!
- Perdón.-dijo vagamente.
- Tú estás completamente loco.
- Lo sé.-se acostó en la camilla. Arreglé sus cosas y saqué de mi cartera una tarjeta con un nombre y un número escritos.
- El doctor Jaeger es un buen médico, te atenderá como se debe.
Caminé hacia la puerta para irme. Necesitaba darme un respiro.
- Annie.-sostuvo desde su sitio.-Te amo.
(La historia continúa en el siguiente capítulo).
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𝐂𝐀𝐑𝐓𝐀𝐒 𝐃𝐄𝐋 𝐎𝐂𝐄𝐀𝐍𝐎. 𝑎𝑟𝑢𝑎𝑛𝑖
FanfictionÉl era un encanto. Sus ojos color océano inundaban sus pensamientos. Annie espero toda su vida por alguien así como Armin. Claro, todo sería más fácil si ella no fuese su profesora y él su alumno. Art by @m___p___k on Twitter. Prohibida su adaptaci...