VI

579 69 22
                                    

- Nunca pensé que él tomase cerveza desde temprana edad.

- Y tú también lo harás, Falco.-le dije.

- No soy tan fan de las bebidas.-cogió unas galletas y se los llevó a la boca.-Aparte, solo tengo doce años.

- La cerveza me da asco.-enunció Gabi.-Pero todavía no puedo creer que él haya sido tú alumno. ¿No es raro?

- Y lo era.-los llevé donde se encontraban los demás. Era un bonito día para hacer parrillada.-Ahora...¿Me pueden explicar como encontraron esas cartas?

Los rostros de ambos chicos me miraban con sorpresa. Falco intentó decir algo pero fue callado por su amiga. Solo atiné a reír y los invité a que pasen a la mesa para comer. Otro día me dirían como lo habían conseguido.

Admito no ser muy buena preparando comida, pero si soy una experta comiéndomelos. Y más aún que mis antojos habían aumentado inexplicablemente. Era extraño, pero no le tomé tanta importancia al asunto.

Festejamos la entrada de Colt a la universidad y, como todos sabían que mi esposo hacía maravillas con la carne, eligieron nuestro hogar como el punto de encuentro aquel fin de semana. Nos la pasamos bien.

Días después, llegaron los vómitos y mareos. Sin saber la razón o el motivo de mi malestar, consultamos a un doctor de confianza para despejar una idea que teníamos en mente.

"Están esperando un bebé".

Y así comenzaron todos los preparativos de mi dulce espera. Pieck, Mikasa, Sasha e Historia se encargaron de comprar mucha ropa para el bebé. Mi color favorito era el azul, por lo que les pedí que buscarán juguetes para mi futuro hijo.

Armin era un maniático de los pañales y la papilla de bebé.

Puedo confirmar que él era el más emocionado por mi embarazo.

- ¿Crees que le guste los pastelitos? Quiero decir, pienso preparar muchos dulces y de verdad desearía que ella se los coma.-bailaba por toda la casa aferrado a un libro de recetas.

- No lo dudo. Podrías empezar con pies o cheesecakes.-se acostó a mi lado y acarició mi abdomen.

- Es hora de dormir, pequeña. Debes estar con todas las energías del mundo para que papá juegue contigo.

Esperábamos a Emily con gran expectativa.

Después de varios meses, mi peso aumentó y con ello los dolores de espalda. Emily no me daba tranquilidad durante la noche cuando lo que más quería era dormir.

Sabiendo de mi situación, Armin me llevó a la playa para distraerme un rato de las incomodidades que estaba experimentado como futura madre. La textura de la arena y el calor me sofocó un poco.

- ¡Iré por algunas conchas, espérame!

Corrió hasta un agujero y comenzó a buscar detenidamente las dichas corazas de mar. Cerré mis ojos e imaginé todo un bonito escenario: Armin, Emily y yo frente al mar en plena tarde de verano. Sería perfecto vivirlo en un futuro no tan lejano.

De pronto, sentí un líquido chorreando desde mi entrepierna.

Había roto fuente.

***

⠀⠀⠀⠀⠀
Armin me llevó con rapidez a la clínica y llamó a medio mundo para que lo ayudasen con la mochila del bebé porque se había olvidado de traerlo. Con las contracciones, gritaba por el celular la ubicación de los pañales a Sasha.

- ¡Te dije en la cómoda, imbécil!

"¡Ya lo encontré, Annie!"-dijo la chica patata.

Mis gritos cada vez se hacían más fuertes y el dolor insoportable. Felizmente, la puerta hacia la sala de operaciones estaba cerca.

"Solo un poco más".

Desde ese punto, el tiempo se ralentizó para mí. Cada contracción que tenía significaba un esfuerzo que debía sacar desde el fondo de mi ser. Armin sostuvo mi mano todo el rato del parto. Intentaba animarme pero mis gritos lo hacían temblar de los nervios y la emoción que tiene cada persona al saber que, en pocos minutos, se convertirá en padre.

Recuerdo un poco a las enfermeras decirme que pujara más, pero no estaba en todos mis sentidos para decirles que estaba agotada. Incluso creo haber insultado a una de ellas.

Emily, llegaste con tres kilos de sueños al mundo.

***

- ¿Por qué el agua del mar es salada, papi?

- Es por los minerales que se disolvieron de las rocas.-agarró con sus manos una pequeña porción de agua para enseñarle a la niña.-gracias al agua de la lluvia, estos componentes le dan ese característico sabor.

- ¿Haz tomado agua del mar?-preguntó la rubia con ojos de sorpresa.

- ¡Sí, y no sabe tan delicioso!-rió Arlet.

Los estuve viendo durante un gran rato desde el balcón. Emily sacó los ojos azules al igual que Armin.

Pero tiene una gran nariz como la mía.

‐ ¿Ya le enseñaste tu colección de conchas?-pregunté, tras salir de la casa.

‐ ¡Quiero verlas!-gritó la niña con excitación.

- Más tarde te lo enseño, son demasiadas.-Armin cogió mi mano a la par que Emily chapoteaba por la orilla del mar.

Fue una sensación bella la que sentí, al igual como la pude experimentar una vez en la escuela. Él y yo, todavía jóvenes, nos arriesgamos a tomarnos de las manos durante la hora del receso. Teníamos miedo de que alguien nos descubriera, por lo que usamos mi chaqueta para cubrirnos. Fingía que le estaba enseñando una partitura de una canción clásica en piano, pero cuando explicaba, el sobaba mis dedos con ternura.

Al igual que en ese preciso instante donde los tres compartíamos un almuerzo frente al mar.

El océano siempre será el testigo de una dicha que, maravillosamente, llegó hasta mí cuando más lo necesitaba. Ese único momento de mi vida jamás la olvidare, puesto que regresé a ser lo que era dentro de mi: Annie Leonhardt.

🎉 Has terminado de leer 𝐂𝐀𝐑𝐓𝐀𝐒 𝐃𝐄𝐋 𝐎𝐂𝐄𝐀𝐍𝐎. 𝑎𝑟𝑢𝑎𝑛𝑖 🎉
𝐂𝐀𝐑𝐓𝐀𝐒 𝐃𝐄𝐋 𝐎𝐂𝐄𝐀𝐍𝐎. 𝑎𝑟𝑢𝑎𝑛𝑖Donde viven las historias. Descúbrelo ahora