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Y salté.

O eso creí que hice.

Aferrada a los tubos de la varanda, me detuve en seco. Mi respiración estaba agitada y mi corazón no paraba de latir.

"Esto no puede acabar así, Annie".-me dije.

Y no podía acabar así. Tenía que hacer algo conmigo misma, crear un cambio que logre sacarme de eso. Había perdido a Armin, pero la poca esencia que me quedaba debía de ser rescatada. Toda mi infancia y adolescencia se caracterizo por miedo y rechazo. Nunca podía mostrarme como en verdad era.

Pero ahora todo eso cambiaría.

Toda la historia que haz leído forma parte de mi escrito "Cartas del Océano", una recopilación de notas que empezé a escribir la misma noche que quise acabar con mi vida. Relaté en ellas todo el año que pasé junto con Armin y el autodescubrimiento que experimenté hasta este punto. La mañana siguiente arrojé esta botella con todo los papeles y nunca más supe de ellos.

A partir de aquí, empieza mi nueva vida.

Me mudé de la ciudad y alquilé un departamento compartido. Allí conocí a Reiner Braun y sus amigos Pieck Finger y Porco Galliard. Luego de enterarme que sabían tocar muy bien los instrumentos, les propuse formar una banda.

Tras muchos meses de práctica, creamos la banda "Bloody Ocean". Empezamos con un pequeño single en Spotify y, después, logramos crear nuestro primer álbum titulado "Ocean eyes".

Fue todo un éxito en todas las regiones del país. La vida nos sonreía. Los canales televisivos nos llamaban para entrevistas y gozamos de gran popularidad entre los jóvenes. Durante una reunión de fans, me tocó hablar con una pequeña niña parecida físicamente a mí.

- ¡Tu música me inspira a ser y quererme como soy!

¿De verdad lo había hecho? La abracé, intentando contener algunas lágrimas de felicidad. Por primera vez en mi vida deje de sentir miedo. Logré cambiar e incentivar a una niña a formar su propio camino, sin ninguna atadura ni rejas. Creo que eso era lo que buscaba por mucho tiempo, al igual que Armin. Con tan solo seguir mis sueños, hice que mis acciones hablasen por sí solas. Ya no era la puberta encerrada en su propia burbuja e incomprendida.

Era la incomprendida que cambió su mundo y el mundo de las demás personas.

Seis años pasaron y los premios nos hacían compañía en nuestras habitaciones. Descansabamos plácidamente en los camarotes del hotel. El dueño de aquel resort tenía como apellido Smith. Era conocido entre las figuras públicas por saber resguardar a las estrellas de la música durante los pequeños breaks en las giras mundiales. La noche de esa tarde sería especial: celebrarían mi cumpleaños número veintiocho.

Con la ropa de gala, fui recibida con muchos aplausos por parte de mis colegas, amigos y varios conocidos del lugar. Brindamos con una gran copa de champagne y nos dirigimos a la pista de baile.

Todo era perfecto. Era feliz.


***


- ¡Mierda!-mi vestido se había manchado con las sobras de pastel. Sigilosamente, corrí hasta la azotea para secarme con tranquilidad.

- Señorita Leonhardt, me temo que no es un buen lugar como para mostrar las piernas.

Esa voz la reconocía muy bien. Volteé y vi a un hombre rubio. Vestía un terno azul con unos pequeños gemelos adornando sus mangas. Había crecido unos centímetros más y ya no usaba esos lentes extraños. Ahora prefería los lentes de contacto.

Hablamos durante horas y nos pusimos al día de todo lo que nos había pasado estos últimos años. Armin estudió antropología en la ciudad de Standford, California. Conoció a una jovencita americana durante su estadía. No obstante, no logró formar una relación sólida debido a sus estudios.

Por mi parte, le enseñé las fotos de tiempo atrás cuando recién entraba en el mundo de la música. Se alegró mucho por mí. También, recordamos nuestro pequeño romance en la escuela. Reímos un poco por todo lo que tuvimos que pasar.

Eramos jóvenes, metimos la pata millones de veces.

Pero amábamos con todas nuestras fuerzas.

Me despedí de él y regresé a mi habitación. Quedamos para vernos otro día en un restaurante del lugar.

Los meses pasaban y nuestra relación volvió a florecer como la primera vez. Luego de un año, experimentamos el amor por segunda vista. Sí, la primera fue en el pasadizo de la preparatoria Loyd Hamilton, cuando él todavía usaba su ropa de anciano.

Eramos la pareja más famosa del mundo. Armin me acompañaba a mis giras y yo a él en sus conferencias de trabajo. Cualquiera que nos viese, nunca negaba la gran química que había entre ambos. Como dos luces, iluminábamos el gran escenario de nuestras vidas.

Así fue hasta que decidimos unirnos frente al altar. Solo nuestras familias y amigos presenciaron la ceremonia en una pequeña iglesia de la ciudad natal de Armin.

Mi sonrisa era la más amplia del lugar. Y también la de él. Finalmente, mi banda se separó y comencé mi carrera como solista. Nos mudamos a una casa cerca de la playa donde tuvimos nuestra primera vez.

"Felicitaciones, familia Arlet Leonhardt"-decía un pequeño sobre con un arreglo floral en la mesa.

(La historia continúa en el siguiente capítulo).

𝐂𝐀𝐑𝐓𝐀𝐒 𝐃𝐄𝐋 𝐎𝐂𝐄𝐀𝐍𝐎. 𝑎𝑟𝑢𝑎𝑛𝑖Donde viven las historias. Descúbrelo ahora