Un par de días pasaron.
Después de aquel "encuentro" con el sargento Iruma, realmente actuaba como si nada hubiera pasado. Me pedía lo que necesitaba así como yo le reportaba todo lo que hacía.
Si, en serio deseaba desde lo más profundo de mi ser que una vez más me tocara. ¿Por qué? Ni yo lo sé, pero es que él... él fue magnífico haciendo lo que hizo.
Desde ese día, mi amigo de silicon y yo no nos hemos separado ni una sola noche. Ese hombre había hecho algo para que yo lo alucinara, quizá era un don, quizá un hechizo, no lo sé, pero...
—¡(a)_____-san!
¡Dios! ¿¡Porque pienso esto en medio del trabajo? ¿Porque lo tengo a escasos metros?
—Disculpe mi distracción— dije levantandome se mi asiento y dedicándole una pequeña reverencia.
No sé cuánto tiempo ha estado hablándome como para gritarme así. Ni siquiera mis colegas hicieron el intento de llamar mi atención, no, esperaron a que me gritara.
Miré al sargento quien me observaba con clara molestia. Rodó los ojos y chasqueo la lengua. Observó a todos con una expresión rara y regresó su vista a mi.
—Ven a mi oficina.
Murmullos llenaban la estación. Seguramente era mi perdición.
Después de soltar un suspiro, comencé a caminar hasta la oficina. Toqué anunciando mi llegada y entré.
Pensé mirarlo en su escritorio, frente a su computadora, así como la primera vez que entré a su oficina... pero no. Estaba en el sofá revisando su celular.
—¿Para que me necesita, S-sargento?
¡No! Estúpido tartamudeo. No me puedo controlar. En esa posición se ve tan jodidamente sexy.
—¿A que debo tu tartamudeo? ¿Te pongo nerviosa?
Está cruzado de pies haciendo un 4. Uno de sus brazos descansa en el respaldo del sofá y me ve con esa maldita mirada de superioridad.
Debo contenerme. Contenerme de lanzarme sobre él, de besarlo y comenzar a montarlo en este preciso momento.
—¿Por qué tendría que estar nerviosa?
¡Eso! Voz firme.
Él suelta una pequeña risa mientras cierra los ojos. Deja su celular en la mesa de centro y se levanta para acercarse a mi.
Esa aura que tiene me pone muy nerviosa, a la vez que me prende. ¿Por qué este hombre me pone así?
—Entonces, ¿no está nerviosa?— preguntó cuando estuvo frente a mi.
—No tengo porqué estarlo.— admiro la valentía que tuve de decirle eso mirándolo a los ojos.
Dio un par de pasos más y quedó detrás de mi.
Mis piernas comenzaban a temblar. Su cercanía me ponía mal y no podía evitarlo. Sentía el calor de su cuerpo a mis espaldas.
De repente, tomó mi cabello y lo hizo a un lado para poder acercar su boca a mi oido.
—Pues, después de lo que pasó la última vez,— sus manos se posicionaron en mi cintura —de todos esos gemidos que me regalaste,— besó mi cuello —pensé que estar sola conmigo te causaría alguna sensación parecida.
Sentí su mano colarse por el borde de mi falda, así como por el elástico de mis bragas.
No estaba preparado para que me alejara, por lo que, hacer que su mano saliera de donde estaba, fue fácil.
—No sé a que esté jugando, sargento. Pero, lo que pasó aquella vez, fue un momento de debilidad mío. Y me disculpo si pensó que me convertiría en su nueva aventura.— estaba por irme, pero me detuvo tomándome una vez más por la cintura.
—¿Piensas que es una aventura?— solté una risa.
—¿Va a negarmelo?
—No.— cínico. —Pero, puedo asegurar que lo disfrutaste. ¿O lo vas a negar?
Su rostro estaba muy cerca del mío. Sentí su respiración y cada una de sus palabras chocaba contra mis labios.
Por mucho que intente alejarme, por mucho que pretenda no darle importancia, por mucho que quiera olvidarme de lo que pasó, no puedo. Yo... lo necesito.
Anulé la distancia que nos separaban y lo besé. Sonrio contra mis labios y me tomó del trasero para luego darle un apretón, haciéndome gemir en su boca.
Se separó de mi y me miró.
—Hoy no, cariño. Sólo quería comprobar que te traía vuelta loca, y que, en cualquier momento que yo deseé, ahí vas a estar para mi.— y si, lo dijo con esa maldita mirada. —Ahora ve a trabajar.
—Sueñas, si crees que permitiré que juegues conmigo.
—Nena, eso es lo que crees.— me robó un beso y con esa sonrisa cínica volvió a su escritorio. —Y asegúrate de acomodar esa falda. No quiero que comiencen los rumores.— finalizó al sentarse.
¡Ah!
¡Maldito Idiota!
Ponerme nerviosa ante él es una cosa, pero permitir que me trate como tiene pensado es otra muy diferente.
Si cree que el único que puede jugar un juego tan sucio como este, está muy, pero muy equivocado.
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「Un Sucio Policía」
FanfictionTodos conocemos esos papeles de el policía bueno y el policía malo. En la estación de Yokohama conocen perfectamente el papel que juega Jyuto Iruma, por sus relaciones con la Yakuza y la manera en que consigue las cosas. Una nueva policía está por l...