11: una jugada

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11: una jugada.




LOS RAYOS DE SOL ILUMINABAN LOS PEQUEÑOS RASTROS DE MADERA QUE VOLABAN SOBRE SUS CABEZAS, apagar el incendio había tomado toda la noche, pero allí estaban, uno al lado del otro mientras oían al Ministro hablar. El brazo de Marie tocaba el de Theodore, y a su lado se mantenía Anne con Jerry.

—Deberías ser bombero— le dijo Jerry a Anne en voz baja. Marie sonrió levemente antes de enrollar mejor sus manos en la lana del blazer que Theo le había cedido.

En cuanto el padre terminó su plegaria, las personas comenzaron a volver a sus casas mientras varios se quedaban arreglando un par de asuntos como la reconstrucción y el hospedaje de la familia Gillis. Ruby se quedaría con ellos según había oído Marie.

Ellos dos se quedaron en el mismo lugar, y cuando Marie pensaba decir algo, un joven se les acerco —Bueno, fue una larga noche, ¿No?— la pelirroja le miró. Era alto, no tanto como Theodore, era más bien casi de su altura, solo unos centímetros más. Tenía el cabello negro azabache, ojos claros repletos de brillo, y un rostro armónico cubierto de ceniza y manchas de humo. Su camisa blanca se han convertido en una casi gris y tenía las manos en los bolsillos de sus pantalones con tranquilidad. —Por cierto, fue muy audaz lo que hicieron ahí dentro, casi demente diría... — expresó mirándola. Marie hizo una mueca, en eso tenía razón, y si hubiera sido por ella, no lo habría hecho.

Todo fue por Anne.

—Pero ayudo — respondió Theodore. El azabache le miró elevando una de sus definidas cejas y sonrió de lado antes de volver la atención a la pelirroja, la cual, notó que aquellos dos se conocían desde antes.

—Edward Blythe, señorita— se presentó.

Marie estrechó su mano con cordialidad —Marie Shirley Cuthbert, joven Blythe, un placer...

—Solo Edward, no debe tomarse la molestia de las formalidades— murmuró con una sonrisa ladina antes de guiñarle un ojo con total atrevimiento, Theodore bufó inconscientemente a su lado. —Andrews— saludó el pelinegro al más alto dejando en claro que ya había notado su presencia, el castaño solo esbozo una sonrisa sin mostrar los dientes. —Nos estamos viendo, señorita Cuthbert— expresó el pelinegro antes de saludarla y comenzar a caminar en otra dirección. Marie movió sus ojos hacia Theodore, el cual, se notaba molesto.

—¿Lo conoces?

Theodore asintió —Sí, fuimos compañeros en la escuela, nada importante — admitió. Marie elevó una ceja, la actitud que ambos mantenían frente al otro no parecía la de unos hombres que fueron cordiales compañeros de escuela, si no más bien, se sentía como si no se soportarán el uno al otro. Theo sacudió la cabeza antes de sonreír y tomó un pañuelo para limpiar suavemente una de las mejillas de la joven, sacando así las manchas producto del humo del lugar, pero ambos notaron lo íntimo que se tornó aquel simple acto y lo mal que podría ser visto por los demás así que se separaron a una distancia prudente. Marie sostuvo el pañuelo y terminó por usarlo ella misma. —Gracias por esto...— dijo a la vez que comenzaba a caminar en dirección a la carretera.

Theodore sonrió ampliamente y metió sus manos en los bolsillos de su pantalón. —¡De nada! — dijo —Bueno, nos estaremos viendo...

Marie sonrió —Está tarde, vendré a dar una mano

Theodore elevó las cejas con sorpresa —¿En serio?

La pelirroja hizo una mueca —Ya verás.












PARA ESA MISMA TARDE, el hecho de que Marie hubiese acompañado a Matthew a ayudar con la reconstrucción de la casa fue polémico, sin embargo, el señor Cuthbert no se sintió avergonzado ni por un solo segundo de que una de sus hijas estuviera clavando maderas y no haciendo cosas de señoritas como tejer o cocinar y aquello le dio a Marie el valor que necesitaba para no agachar la cabeza.

Young and Beautiful | AWAEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora