>> MAURICIO<<

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Diario del rey —nota 5—:
"¿Quién es ese tal Mauricio?

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No sabría decir qué tan rápido ocurrió todo, puesto que, en tan solo un minuto, luego de escuchar las últimas palabras del rey, ya me encontraba inmovilizado. Me cargó el general Diego y, así, me subió a su caballo. Entonces, sin decir nada, los soldados y yo fuimos al palacio. La verdad es que no ganaba nada enfrentándome a ellos, ya que eran varios Alfas y no tendrían piedad con el Omega rebelde que despreció a su líder. Por lo tanto, discretamente, por las entradas traseras del palacio, ingresé a la impresionante construcción que era este.

Me dejaron en manos de las mucamas, quienes me metieron a bañar en agua de rosas. Luego me perfumaron y me vistieron con prendas de la seda más fina que antes haya existido. Sin embargo, a pesar de la amabilidad que me expresaron, no le dirigí la palabra a ninguna. Era claro que no lo haría, pues mi odio hacia el rey y toda su riqueza era mayor que mi agradecimiento por el servicio.

Tengo hambre, mi estómago está gruñendo.

—Joven Omega, el rey Alfa lo solicita en el comedor —dijo un Beta, mientras entraba a la pequeña salita en la que me encontraba.

Nuevamente no contesté. Me niego a hablar, de cualquier forma, no tengo fuerzas ni para seguir en pie.

A continuación, me guiaron, entre pasillos elegantes y coloridos, hacia ese dichoso comedor. Ese Beta me explicó que no probaría bocado hasta que el Rey lo permitiera y que no debía usar mis manos, pues la realeza y la nobleza usa siempre cubiertos de plata. Además, dijo que el Rey estaba furioso conmigo, así que debería cuidar mis palabras.

Diosa Luna, máteme de una vez, por favor. ¡Le suplico su misericordia divina!

—Joaquín, siéntate —ordenó aquel hombre de cabello rizado y mirada desafiante. Sus ojos estaban encendidos, pero sentí su debilidad.

Está igual o peor que yo.

Me senté y esperé a que me regañara. Luego le contestaría.

Esto no será bonito.

Huir de tu pareja predestinada, de mí, el rey Alfa, gritarme y tratarme como a cualquiera, ¿te parece correcto? ¡Un Omega no puede dejar a su Alfa! Tu deber es ser mi Omega, acompañarme en el reinado, atenderme en mi celo y darme un heredero. ¿Por qué querrías dejar todo esto? ¡Soy el rey Emilio Osorio! ¿¡Qué otro Alfa podría ser mejor que yo!?

¿Me está tuteando?

—Mire, su alteza —contesté con la poca fuerza que me quedaba—. En ningún momento pedí esto. Tan solo decapíteme usted mismo y cásese con algún otro u otra Omega. Por mi parte, esto de las parejas predestinadas es una...

—¡Cállete!

—¡No me trate como si me conociera!

—¡General Diego! ¡Enciérrelo en sus aposentos! —bramó furioso, tanto que pude sentir a su lobo gruñirme ferozmente, incluso agaché mi cabeza en señal de sumisión. Sin embargo, no pude evitar burlarme de él.

—¿Ahora tengo aposentos? No sabía que me añoraba tanto.

—No comerá —le dijo al general, ignorándome.

Maldito.

Y no se le dará ni una rodaja de pan hasta que se disculpe personalmente conmigo. 

—Sí, su alteza.

—Sí, su alteza

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Bye los roma.....................

El Omega del Rey [✔] © # [Adaptación]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora