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Mu Qing está sentado cómodamente en una silla del balcón de su habitación, mira distraídamente su patio y luego a la página en blanco de su cuaderno. Ha estado ahí por al menos dos horas y desde entonces no puede tener ese golpe de inspiración que lo lleva a crear sus diseños.

Mordisquea su lápiz con frustración, los bloqueos son una de las cosas que odia entre todas las cosas que odia (que son muchas) y decide que dejará ganar por este día su falta de imaginación. Cierra el cuaderno de un movimiento caminando dentro de la habitación hacia su escritorio perfectamente ordenado, está por tirarse a la cama y dormir un poco cuando escucha la voz de su nana hablarle desde el otro lado de la puerta.

–Joven maestro, sus padres lo esperan en el living– no espera respuesta y el joven alfa puede escuchar sus pasos alejándose ni bien termina de hablar.

El hecho de que sus padres los citaran no era raro, ambos tendían a estar ausentes por un largo tiempo debido al trabajo y su madre de repente creó una tradición de verse las caras al menos una vez cuando estuvieran en casa para actualizarse entre ellos. La mayoría de veces solo era su madre la que hablaba y él y su padre ocasionalmente abrían la boca para agregar algo sobre su día a día.

El joven alfa de cabellos plateados caminó tranquilamente hasta la primera planta, en los pasillos pudo encontrarse con algunos empelados quienes lo saludaban educadamente sin atreverse a ir más allá. Todos conocían tanto la belleza como el carácter del único hijo de los Mu y nadie se atrevía a desafiar la tormenta.

Al llegar a la gran sala de la mansión; su padre, vestido con su característico traje negro a medida, estaba recibiendo una pequeña taza de té que su madre le entregaba, quien portaba un vestido tipo tubo en tonos azules y bordados de flores blancas.

–Madre, padre– saludó.

–Mu Qing... Siéntate, cariño– habló la Sra. Mu dándole una sonrisa cálida. Ni bien su trasero tocó el sillón contiguo su madre comenzó a hablar.

La bella mujer dominó la conversación como en las otras ocasiones, preguntó al alfa mayor para solo recibir respuestas secar (porque bueno, ¿qué se podía esperar de un hombre que se pasaba la mayoría del tiempo detrás de un escritorio revisando papeles en su oficina?), Mu Qing respondía a las preguntas de manera tranquila y de vez en cuando aportaba algo cuando madre se desviaba del tema inicial u opinando sobre los postres que había mandado a hacer.

Aunque a Mu Qing le costara aceptarlo, gustaba de pasar tiempo escuchando hablar a su madre y aunque su progenitor no soltara más de cinco palabras, su presencia era agradable de sentir.

–Mu Qing– llamó de pronto su padre haciendo que la mujer a su lado guardara silencio de inmediato. No era algo común que Mu Qiang hablara por voluntad propia –He escuchado de tu nana que has estado saliendo más seguido–

–Ah, sí. Xie Lian había estado preparando algunos proyectos de... Limpieza y quise participar–

Tanto su madre como su nana que estaba ahí entregando más té se vieron sorprendidas. Sin embargo, Mu Qiang dejó elegantemente su taza vacía en la mesita de centro soltando un suave mh –Bueno, tu tía me ha dicho otra cosa más... Interesante– dijo mientras tomaba una postura relajada pero que haría que cualquiera suspirara por él.

El peliplateado arrugo el entrecejo.

Su única tía materna, Long Dai Na, era una mujer déspota que no tenía otra cosa que hacer junto a su hija más que meterse en la vida tanto de sus padres como en la de él. Antes había estado en problemas porque ella tenía una manía de hacerlo quedar mal frente a los socios de su padre; habían creado una relación conflictiva en la que ambos se tiraban mierda cada vez que nadie los veía. No entendía como su madre aun permitía que su hermana siendo tal es, viviera en la mansión gastando tiempo y recursos, porque claramente sabía de su actitud pero parecía hacer de la vista gorda y eso lo enfadaba.

Inesperado (FengQing)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora